LA MOSCA EN LA TELARAÑA
(d.a)
Un
joven salió al campo a meditar sobre la lucha que libraba todos los
días contra las tentaciones de la vida. Al mediodía, sentado sobre una
piedra en medio de la naturaleza, se puso a seguir el vuelo
despreocupado de una mosca. De pronto la mosca bajó en picada hacia el
suelo al divisar una telaraña que estaba entre la piedra y la tierra.
En
el momento de atravesar la telaraña, la mosca quedó atrapada. Comenzó a
patalear, pero lejos de librarse mediante sus desesperados esfuerzos,
sólo se enredó aún más. Cuando la astuta araña sintió el movimiento de
la tela, corrió hacia la mosca y empezó a cubrirla con su hebrita
atrapadora. Entonces la araña se apartó para dejar que la mosca muriera
lentamente, pues la experiencia le había enseñado que no había que
apurarse; al poco rato se daría el gusto de devorar ese delicioso
manjar. Pero cuando la araña se alejó, el joven fácilmente liberó a la
mosca y ésta salió volando. ¡Cuál no sería la decepción que sufrió la
araña al volver y encontrar que su presa había logrado escapar!
El
joven no pudo menos que reflexionar sobre aquella lección que le había
dado la naturaleza misma. Él era como la mosca, y la araña como el
enemigo que lo tentaba a diario. Cada vez que divisaba una atractiva
telaraña, se lanzaba en picada hacia ella pensando que podría
atravesarla y salir ileso al otro lado. Pero sucedía que casi siempre
quedaba atrapado y comenzaba a patalear, procurando desesperadamente
librarse de la trampa en que había caído. Cuanto más se esforzaba, más
se enredaba, hasta que el enemigo de su alma lo aprisionaba del todo y
se apartaba para dejar que muriera lentamente, víctima de las
consecuencias de sus actos impulsivos.
¡Cuántas
personas no hay en este mundo que, al igual que la mosca, han quedado
atrapadas en las telarañas del enemigo! Para unas la telaraña es la
pornografía; para otras es el placer sexual fuera del matrimonio; para
otras es la codicia de lo ajeno, la riqueza al margen de la ley y a
expensas de aquellos a quienes despojan de sus bienes; para otras es la
obtención de dinero fácil, arriesgándolo todo en apuestas y juegos de
azar; para otras es el escape de la realidad mediante el consumo de
alcohol y de drogas. Lo que todas estas telarañas tienen en común es que
aprisionan a su víctima con tanta tenacidad que se le hace imposible
librarse por sus propios esfuerzos.