Los peligros de una Antártica derretida
He aquí algunos hechos preocupantes de los que nos hemos enterado desde diciembre, fecha en que las naciones del mundo lograron un acuerdo en París para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
En enero, científicos reportaron que 2015 fue el año más caliente del que se tiene registro, sin embargo, este año podría establecerse un nuevo récord.
En febrero, una organización en Princeton dijo que las inundaciones por mareas altas, que ya hacen difícil la vida de la gente que vive en ciudades costeras, están agravándose cada vez más.
A mediados de marzo, un grupo de expertos (entre los que se encuentra James Hansen, el científico ya retirado quien fue el primero en notificar al Congreso de Estados Unidos en 1988 sobre los peligros del cambio climático) advirtió que los cambios de clima pueden ser repentinos y abruptos, lo cual nos daría poco tiempo para enfrentarnos a inundaciones, sequías severas y otros cataclismos.
Ahora tenemos otra predicción alarmante: si las emisiones de dióxido de carbono de los combustibles fósiles continúa, la enorme capa de hielo del oeste de la Antártica puede empezar a desintegrarse, lo que ocasionaría que el nivel del mar aumente de 1,5 a 1,6 metros para el final del siglo, y destruiría ciudades costeras, además de países ubicados en islas bajas con la consecuente devastación del medio ambiente durante el lapso de vida de los niños nacidos hoy.
El nuevo y sorprendente descubrimiento se publicó a finales de marzo en la revista Nature; los autores son dos expertos en comportamiento de la capa de hielo: Robert DeConto, de la Universidad de Massachusetts en Amherst, y David Pollard, de la Universidad del estado de Pensilvania. Nos pinta un escenario mucho más oscuro del que presentó un pánel de Naciones Unidas tan solo hace tres años, el cual pronosticaba un aumento del nivel del mar de no más de 0,9 metros para 2100. Esa proyección solo tomaba en cuenta una contribución mínima de las enormes capas de hielo de Groenlandia y la Antártica. Además, las cosas pueden empeorar en los siglos futuros pues tan solo el derretimiento de la Antártica, sin incluir otros factores como la expansión térmica, podría causar que el mar aumente casi 15 metros para el 2500 y sumerja muchas ciudades.
Sin embargo, los reportes también contienen lo que podríamos llamar buenas noticias: el colapso de la Antártica no es inevitable, declaran, y podría prevenirse con un gran esfuerzo global para mantener los gases invernadero por debajo o al nivel que se estableció en París, donde los líderes mundiales se comprometieron a retener el calentamiento “muy por debajo” del incremento de dos grados Celsius desde los niveles preindustriales.
Aun así, las promesas de cada país no alcanzan para lograr esos objetivos, lo cual significa que será necesario mucho más trabajo futuro por parte de todas las naciones —en particular grandes emisores como China, la Unión Europea y Estados Unidos—para evitar sucesos que desencadenen el derretimiento de las grandes capas de hielo.
También significa que Estados Unidos debe continuar como líder, lo que se ha puesto repentinamente en duda en la campaña presidencial y en la Suprema Corte. El Presidente Obama ya ha hecho su parte para incrementar la producción de autos más eficientes, para desarrollar fuentes de energía más limpias y para imponer nuevos límites más estrictos para la emisión de gases invernadero de las plantas eléctricas que funcionan con carbón. Esta última regulación en particular fue crucial para asegurar acuerdos con otros grandes usuarios de carbón como China y la India, y fue importante para el éxito de la conferencia de París. Sin embargo, en febrero, la Suprema Corte votó 5 a 4 para bloquear esa regla, y deja la decisión final a juicio de la cámara baja.
Mientras tanto, los líderes republicanos como Mitchel McConell de Kentucky, el líder de la mayoría del Senado, hace grandes esfuerzos para asegurarse de que el “rey carbón” mantenga su reinado para siempre. A pesar de que los candidatos demócratas toman el calentamiento global muy en serio, los dos candidatos republicanos, Donald Trump y Ted Cruz, quienes no tienen ningún conocimiento básico de la materia, no solo critican las iniciativas de Obama sino que también cuestionan e incluso niegan la ciencia del cambio climático.