Estamos solos porque no hacemos una llamada. Porque no damos el
paso que nos acerca.Porque
no decimos la
primera palabra que se transforme en puente. Nadie
encuentra lo que no está buscando. ¿Por qué crees que vos y
yo
nos encontramos? ¿Desde dónde venías acercándote? ¿Desde cuándo
yo esperaba que llegaras? ¿Por qué yo?
¿Por qué vos? ¿Por qué
nosotros? ¿Por qué crees que no te desviaste, con otro rumbo,
que no fuiste más hacia el sur, o
más al norte, o al otro lado
del mar incalculable? ¿Por qué pensás que me detuve para que pudieras
alcanzarme, extender las dos
ramas de tus brazos, abarcarme con
toda tu ternura como diciéndome "ahora ya no te parará nada
malo, nada triste, nada
cruel"; podes dejar de llorar, podes
dormir con los ojos cerrados, mansamente y, al despertar, no estarás
sola... Nunca más
estarás sola. "¿Y yo estaré solo nunca
más...?" ¿Por qué? Porque los dos estábamos buscándonos.
Porque
desde aquella lejana, lejanísima primera vez que nos vimos, quedó
un delgado, finísimo, invisible hilo uniéndonos... un hilo
que nada
puede cortar, un hilo que atraviesa paredes, muros, montañas... un
hilo indestructible que no soltaste, que no solté, y que
al fin volvió
a reunirnos para que la historia termine su retrato, tal vez poniendo
un poco menos de tonalidad en la paleta, o
distintos colores y brillos,
pero retornando a los dos mismos protagonistas.
Vos y yo. Regresando. Volviendo al paraíso prometido que salimos a
buscar sin saber que lo teníamos tan cerca, debajo de
los pies. Cuando
un hombre encuentra a una mujer, cuando una mujer encuentra a un hombre...
los dos estaban buscándose.
Nadie encuentra lo que no está buscando.
¿Me entendés, ahora?
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