Estoy envuelto y seguro en las alas protectoras del Espíritu.
No importan las tormentas que parezcan rodearme, encuentro un centro de calma en mí. Si siento estrés, tomo un momento para descansar en el silencio de la oración. Mi corazón está en paz y mi mente libre de preocupaciones. La fe en mi ser más elevado disipa todo temor. Siento paz sin importar lo que esté sucediendo en mi vida.
Mantengo mi mente centrada en la paz de mi alma. Gracias a mi centro apacible y sagrado, mis acciones generan resultados poderosos que promueven el bien. Ante cualquier drama de la vida, saco fortaleza del conocimiento de que soy un ser creado de manera divina. Confío en la fortaleza y el poder del ser infinito que yo soy. Estoy seguro en mi identidad divina.
El que habita al abrigo del Altísimo… dice al Señor: “Tú eres mi esperanza, mi Dios, ¡el castillo en el que pongo mi confianza!”—Salmo 91:1-2
Moro en la luz de Cristo y oro partiendo de un conocimiento interno.
Cuando oro por otros, primero me centro en la Verdad. Afirmo que tanto ellos como yo tenemos todo lo que podamos necesitar. En la intimidad de la oración, dejo ir cualquier negatividad o temor y centro mi atención en la compasión y el amor divinos.
Gracias a una conciencia elevada, se me hace fácil afirmar que mis seres queridos son guiados en sus viajes por la vida. Cuando me establezco en la verdad de quien soy, siento gozo. Reconozco que el Espíritu se expresa universalmente por medio de cada alma. Siento que la Presencia única me eleva. Yo soy uno con el amor infinito en un desenvolvimiento ascendente. Siento que la luz moradora de Cristo fluye en mí y reconozco la luz crística en los demás.
Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente.—Romanos 12:2
El fluir divino de prosperidad satisface todas mis necesidades.
Como soy la imagen y semejanza amada de Dios, la abundancia fluye de mí como un espíritu de generosidad. Toda buena posibilidad surge a medida que me vinculo con el fluir de la abundancia divina. Todas las avenidas de expresión están abiertas para que experimente prosperidad infinita.
El universo se desborda de cosas buenas, potencial infinito y expansión sin límites. Lo que esto significa para mí es que no estoy limitado por las circunstancias. Utilizo mi energía creativa y las ideas divinas para abrir nuevas avenidas de prosperidad. Mi mundo es ordenado y pleno gracias a todo lo que doy y recibo. En oración y con gratitud, llevo la vida próspera y satisfactoria que se supone que lleve.
Verán si no les abro las ventanas de los cielos y derramo sobre ustedes abundantes bendiciones.—Malaquías 3:10