Tengo mucho por aprender de la vida y de las palabras de Jesús, el Maestro supremo. Sus palabras para quienes lo perseguían: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen” hablan del poder increíble del perdón. Jesús sabía que quienes lo perseguían no vivían ni actuaban partiendo de su naturaleza verdadera.
Como un ser espiritual, como creación de Dios, tengo la capacidad de perdonar. El perdón incluye dejar ir percepciones que no promueven el bien. Al perdonar, dejo ir perspectivas limitantes y tengo una visión más elevada de la situación. Mi mente y corazón comienzan a ver más claramente. Contribuyo a resultados positivos en cualquier situación difícil. Yo soy liberado a medida que perdono.
Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.—Lucas 23:34
Mantengo un pensamiento de paz para los habitantes de la Tierra.
En diciembre de 1972, la tripulación del Apolo 17 tomó una fotografía épica de la Tierra que ellos titularon “La canica azul”. Esa foto refleja lo frágil que es nuestro planeta y lo intervinculados que estamos como seres humanos; es un recordatorio visual de la oración bretona: “Tu mar, oh, Dios, tan grande, mi bote tan pequeño”.
Mantengo esta imagen en mi mente cuando oro por la paz mundial. Visualizo que todas las personas trabajan juntas con amor y paz. Éste es nuestro planeta y lo habitamos juntos. Recuerdo mi responsabilidad sagrada de ayudar a cuidar del mundo y promover la paz. Visualizo que todas las personas disfrutan de la belleza de este planeta y viven juntas en armonía.
¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor es el mundo y sus habitantes!—Salmo 24:1