Muy querida Sccherezada de México, alta, regia
y venerada Dama, hola.
¿Sabes una cosa?
Yo, desde aquí, estaba notando tu ausencia. Des-
de aquí, te estaba yo añorando, maja, muy guapa y
muy estimada mujer de México.
Ha habido un momento en el que he estado a pun-
to de llamarte. 'Llamarte', o sea, preguntar por ti o
intentar tener alguna noticia de ti.
No sé ni puedo saber cómo esto te habría parecido,
qué habrías tú podido pensar.
Mira, querida Dama de Monterrey, fueron tan amables
y tan atentas las palabras con las que me recibiste al
entrar al grupo Positivos - han pasado ya años - que,
créeme, a ti te siento muy cerca.
Muacsssssssssssss