Kennedy y Luther King. Mujeres con pantalones de campana o faldas cortas, muy cortas. Hombres con el pelo largo. De ell@s fueron los años sesenta. Y de Mary Quant y Twiggy. Allí estaban los misiles de Cuba y la guerra de Vietnam.
Del Pop y del arte de Andy Warhol, de Los Beatles y los Rolling. Todos ellos, con sus movimientos, hicieron los sesenta. Todo eso y los seiscientos, los primeros televisores en blanco y negro, y la más envidiada: Jane Fonda y el más atractivo: Bond, James Bond. O lo que es lo mismo Sean Connery.
La imaginación estaba en la cabeza de tod@s. Como las flores en el pelo. Era lo que se llevaba. Y lo que se echa de menos. Por que la época hippie no se ha olvidado.
Parece que nadie se resigna a olvidarse el pasado y cualquier excusa es buena para enfundarse los pantalones de campana y sacar la chaqueta de cuero de papá. Será para ver si el verano del 2012 puede parecerse en algo al Summer of Love del 67.
Lo malo es que detrás de esa imagen, detrás de esa moda falta lo esencial: El espíritu de aquellos años. O lo que es lo mismo, la época de revolución y libertad.
Los años en que las ideas reivindicativas se prodigaban en las mentes, en las palabras y también en los hechos. Cuando se luchaba por unos ideales porque se creía en ellos. Esos años, aquellos, los sesenta lamentablemente no volverán.
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