Dejo ir lo que ya no me sirve y mi espíritu es restaurado.
Con el comienzo de un nuevo año, anticipo con emoción que puertas se abren de par en par ofreciéndome nuevas posibilidades. Recibo con beneplácito la oportunidad de dejar ir lo que ya no es para mi beneficio, consciente de que puedo comenzar de nuevo. Abro mi corazón y mi mente para recibir mi bien.
Este año resuelvo enfocar mi atención en “ser” en vez de “hacer”. Me doy el regalo de la reflexión. Al permanecer consciente cada día de la presencia divina en mí, encuentro que mi espíritu es restaurado y mi visión es expandida. Creo la vida que deseo.
Al permanecer en el momento presente, puedo apreciar la Verdad acerca de mí, y soy una creación nueva y gozosa.
He puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar.—Apocalipsis 3:8