“Reflexiones de una marioneta”
Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más. Entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás se duermen. Escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de Vida, vestiría sencillo, me tiraría de cara al sol, dejando descubierto no solo mi cuerpo, sino alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas y el encanto de sus pétalos…
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida… no dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada persona que son mis favoritos, y viviría enamorado del AMOR.
A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada ladera. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho de mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarlo a levantarse. Si supiera que hoy fuera la última vez que te vea dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que fuera esta la última vez que te vea salir por puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta es la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras, para poder oírlas una y otra vez, indefinidamente. Si supiera que éstos son los últimos minutos que te veo, diría “te quiero” y no supondría, tontamente, que ya lo sabés.
Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte que te quiero…, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles “lo siento”, “perdón”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te conocerá por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y la sabiduría para expresarlos.”
Gabriel García Márquez