"Si ahora me encuentro con vosotros y os pregunto: «¿En qué pensáis?» ¿estáis seguros de que podréis responder? No… Pues bien, es así cómo dejáis que cualquiera y cualquier cosa penetre en vosotros: corrientes oscuras, influencias nocivas. Como en las fronteras donde los aduaneros se hubieran dormido. Así pues, despertadles, si no vuestro territorio será invadido por malhechores, productos ilegales o peligrosos… Sin vigilancia, ninguna adquisición espiritual duradera es posible. La vigilancia en el pensamiento, en el sentimiento y en la voluntad representa esta frontera que permite mantener a los indeseables a distancia. Por esto la vigilancia no sólo es necesaria antes, sino durante cada acto."