MÍSTICOS EN ORACIÓN
(Extracto)
Cómo orar
De acuerdo con el punto de vista místico, el rezar a Dios se basa en la convicción de que Dios es omnipotente, está presente en todas partes y dispuesto a escuchar nuestras peticiones sinceras. Esto es todo lo que deberíamos tener en mente al rezar ...
Rezar con la idea o creencia de que Dios no sabe lo que necesitamos o aún lo que deseamos, o lo que es mejor para nosotros, y que debemos aconsejarle, discutir con Él, enfatizar nuestro punto de vista y convencerle, o por lo menos exhortarle a que adopte nuestras ideas y decisiones y nos conceda lo que le pedimos, es cometer el error más grande en el procedimiento de orar.
En primer lugar, el proceso de rezar es un método trascendente de comunión con Dios. Es el contacto personal más íntimo que los seres humanos puedan hacer con su Padre, el Creador de todos los seres. Debemos aproximarnos a este período sublime de comunión con pensamientos puros, pero sobre todo, con una comprensión clara de nuestros privilegios y una ausencia total de cualquier sentimiento de que tenemos algún derecho de pedirle a Dios que nos conceda nuestros deseos.
Los Místicos saben, además, que la oración verdadera se basa en una ley Cósmica y Espiritual. Esta ley es la siguiente: "Busca y encontrarás, toca y se te abrirá". Este antiguo precepto místico significaba que uno debe pedir a fin de recibir, que uno debe extender la mano a fin de obtener el objeto que se le otorga, que debemos expresar nuestro deseo antes de que sea concedido. En todos los procesos místicos, la expresión de un deseo o anhelo sincero, abre ampliamente el portal a la recepción de las bendiciones espirituales. El pedir con sinceridad y la expresión reverente de tales anhelos armoniza a la persona con aquél que tiene el poder de dar y, a menos que exista una unión de mentes y consciencias de ambas personas, no puede haber armonización, ni tampoco la transmisión de las cosas espirituales deseadas, de uno hacia el otro.
Para el Místico, por lo tanto, la oración es una unión de mentes. No es una ocasión para súplicas personales, sino para la comunión espiritual. Hay un momento en que el alma dentro de nosotros y las partes más recónditas y profundas de nuestro ser, conversan con Dios sagrada, sincera y tranquilamente y expresan los anhelos más profundos de nuestro corazón y mente. Por lo tanto, la creencia de que la concepción humana de nuestras necesidades debe ser bosquejada con detalles minuciosos y expresada con gran complejidad es también un concepto erróneo, ya que los pensamientos que nos inducen a la oración son transmitidos con facilidad a la conciencia divina durante esta comunión, y los labios sólo necesitan decir pocas palabras de apreciación y agradecimiento.
Las oraciones no deberían consistir en una representación categórica de detalles o una larga lista de las cosas que creemos necesitar, sino simplemente, la expresión del deseo por las bendiciones divinas ... Desde el punto de vista místico, nuestras oraciones deberían ser expresiones de deseos por la continuación de las bendiciones que Dios nos ha concedido y que Él, en su sabiduría suprema, ha considerado apropiadas para nosotros. Siempre deberíamos tener en mente el pensamiento, "Hágase tu voluntad y no la mía" ...
El hecho de que no estemos limitados por ninguna restricción respecto a la oración y que Dios nos ha otorgado la conciencia y la habilidad, lo mismo que el privilegio de acercarnos a Él en Santa Comunión, y de armonizarnos con Él a cualquier hora del día o en cualquier momento de nuestra vida, es de por sí un regalo o concesión divina que los Místicos valoran por encima de todas las cosas ...
Aprendan a orar, y hagan de la plegaria un verdadero placer en su vida, ya que los llevará a un contacto más cercano de lo que nunca han estado con el gran Soberano del universo, mientras viven en este plano de existencia terrenal. Lleven a cabo con frecuencia sus Comuniones Sagradas. Agradezcan a Dios por el aliento de vida y el retorno de la conciencia cuando se levanten en la mañana. Denle las gracias silenciosamente por cada bocado a la hora de comer. Expresen su aprecio para cada placer, cada regalo mundano, cada momento de felicidad y cada recompensa substancial de sus esfuerzos o los esfuerzos de otros.
Al cierre del día, entren en la Comunión Sagrada de la oración y expresen su fe y confianza en la guía divina de su alma y conciencia durante la noche, y nuevamente agradezcan por el día y todas las oportunidades que éste trajo para llevar a cabo sus deseos y ambiciones, y de disfrutar de las bendiciones divinas. Hagan de la oración el placer trascendental y sublime de su ser interno -más importante, más regocijante, más edificante y beneficioso para todo su ser, que cualquiera de sus experiencias terrenales ...
Cuánto más oren con la actitud adecuada, más se armonizarán espiritualmente y será más abundante el flujo de las bendiciones que procedan del Cosmos a través del gran amor y misericordia de Dios.
Harvey Spencer Lewis
Algunas oraciones:
SEÑOR, enséñame a conocerte y a conocerme a mí mismo. (San Agustín)
OH DIOS, ¿hacia dónde me dirigía en TU busca?. OH belleza infinita, TE buscaba fuera y TU estabas en el centro de mi corazón. (San Agustín)
TU amor lo proporciona todo. TU sustancia alimenta todo. TU pureza lo cubre todo. TU vida preserva todo. Agradecimiento, adoración, loa y gloria a TI, por siempre jamás. Amén. (L.O.S.)
Dame la fuerza para llevar con regocijo mis alegrías y mis tristezas. Dame la fortaleza para hacer de mi amor algo fructífero en ayuda. Dame la fortaleza para elevar mi mente muy por encima de las frivolidades cotidianas. Y dame la firmeza para ceder mi poder a TU voluntad con amor. (R. Tagore)
Si puedo hacer algo bueno hoy. Si puedo servir en el sendero de la vida. Si puedo decir algo útil, ¡SEÑOR, enséñame cómo! Si puedo corregir a un ser humano equivocado. Si puedo fortalecer a alguien. Si puedo consolar con una sonrisa o una canción, ¡SEÑOR, enséñame cómo! Si puedo ayudar a alguien en peligro. Si puedo mitigar una carga. Si puedo esparcir más felicidad, ¡SEÑOR, enséñame cómo! Si puedo hacer un acto de bondad. Si puedo ayudar a alguien en necesidad, Si puedo sembrar una semilla fructífera, ¡SEÑOR, enséñame cómo! Si puedo alimentar un corazón hambriento, Si puedo empezar algo mejor, Si puedo desempeñar un papel más noble, ¡SEÑOR, enséñame cómo! (Grenville Kleiser)
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NOTA: El presente material ha sido extractado del libro "Místicos en Oración" publicado por AMORC


