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General: La actividad mística de la mente
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Evaristo  (Mensaje original) Enviado: 10/06/2011 11:50
La actividad mística de la mente
Por Ralph M. Lewis, F.R.C.


¿Tiene el misticismo valor práctico? ¿Contribuye solamente al temperamento ascético
y a un idealismo transcendente que tiene pocas (si alguna) raíces en las exigencias de la vida secular? Debido a que el misticismo juega una parte prominente en la motivación de la religión, hasta en sus rituales y simbolismo, ordinariamente parecería ser bastante diferente de cualquier relación directa a los requisitos materiales del diario vivir. Sin embargo, si repasamos brevemente los conceptos básicos del misticismo, llegamos a ver que sí provee acceso a una valiosa fuente de guía en los asuntos mundanos.

Los místicos judíos, cristianos, islamitas (y hasta los tal llamados paganos) generalmente estaban de acuerdo acerca de la naturaleza del misticismo, aunque no todos se refirieran a ella por ese nombre. Primero, el misticismo afirma que la naturaleza fundamental de la realidad es inefable. No está dentro de la providencia del hombre el describirla. El hombre no puede conocer el ser puro, el mundo noúmeno, es decir, la substancia básica de todas las cosas, sea por medio del intelecto o de los sentidos. En otras palabras, las categorías o facultades de nuestra consciencia no pueden abarcar el estado innato de realidad.

El misticismo sostiene que la especulación filosófica, utilizando la facultad de la razón, puede arriesgar un acercamiento a la realidad. Puede teorizar en cuanto a su naturaleza; sin embargo, tal cae muy lejos de lo que la realidad pueda ser. La razón es de una naturaleza finita. a despecho de su contenido aparentemente ilimitado y su profundidad de pensamiento; por lo tanto. no puede cubrir a la realidad pura la cual es infinita.

Indiferente de estas limitaciones, el misti­cismo no cierra completamente la posibilidad de que los humanos experimenten la realidad. Deja abierta una avenida. Esta avenida es a través del estado de éxtasis. En este éxtasis ocurren ciertos fenómenos. “Desaparece el sen­tido de separación, de estar aparte, como así mismo las diferencias del ser de la naturaleza de lo real”. Simplemente, esto significa que la autoconsciencia es arrasada. El individualismo se mezcla y se hace uno con lo real, "o se cua­tiva en una magnífica visión de él". La distin­ción entre el tema (pensamiento) y objeto (particulares o cosas), aún existe, pero el ser ya no la experimenta.

¿En pos de qué luchan los místicos al tratar de alcanzar este especial estado de consciencia? Es primeramente un reconocimiento de las limi­taciones de la consciencia ordinaria, los estados comunes de lo objetivo y subjetivo. El hombre ordinariamente se niega a sí mismo la realiza­ción del ser completo, puro del cual él y toda existencia son una parte.

La consciencia común del hombre, dice el místico, es como mirar a través de un túnel largo y estrecho. A un extremo vemos una parte de la realidad. lo que permiten nuestros sentidos, y podemos imaginar y soñar que hay mas. Pero no sabemos qué yace a los lados de la apertura del túnel y más allá de nuestra percepción. No importe cuán más grande creemos la apertura del túnel (como, por ejemplo, suplementando a nuestros sentidos con instrumentos), aún estamos en desventaja. A través de tales medios nunca podemos esperar experimentar el todo de la realidad, relata el místico.

No debemos por lo tanto depender en la ob­servación empírica y el razonamiento como guía a la naturaleza de lo real. Debemos utilizar un aspecto de la consciencia que puede realizarse a sí, es decir, aquello tan real de lo cual forma­mos parte. Al así hacerlo estamos entonces completamente unidos con el Uno, llamado Dios, Absoluto. Mente Universal, Cósmico, que son los diferentes términos usados por los místicos.

El éxtasis es un estado supremo de conscien­cia. Es una realización no diferenciada. Po­demos decir que es el poder completo de la experiencia humana sin estar limitada por órganos sensorios y también siendo una armonía con la naturaleza cósmica del hombre. Es el enfocamiento de la luz total de la consciencia sobre la unidad del ser, con la realidad, pero sin la distinción de particulares.

Nos hemos referido a la autoconsciencia, lo que en términos generales significa nuestra percepción interior, la realización del "yo", la personalidad e individualidad diferenciada de todo lo demás. Pero en el misticismo el éxtasis trasciende esta autoconsciencia. Ordinariamente, realizamos al ser por su aparente sepa­ración de otra realidad. En otras palabras, sabemos que somos, pero al mismo tiempo sabiendo que no somos alguna otra cosa.

En el éxtasis del cual habla el místico, el ser y la realidad están mezclados, no hay más que una unidad. No hay entonces ni ser como nos distinguíamos a nosotros mismos ni las minadas de particulares del mundo. Solamente hay realidad, un solo estado de ser. El ser no se pierde sino que se absorbe en esta realidad.

Bien han dicho los místicos que la razón no puede expresar este éxtasis que da consciencia de la realidad. Más que se trata de explicar esta unidad por medio de la categoría de los sentidos, más incomprensible se vuelve. Es una experiencia de un estado específico de conscien­cia que va mucho más allá de los términos en los cuales se pueden expresar los otros estados de consciencia.

Intuición

Sin embargo, algunos de los místicos más iluminados (mahometanos y cristianos) han afirmado que la intuición es el medio de alcan­zar este éxtasis por el cual se consigue la experiencia de la realidad absoluta. No relacionan la intuición directamente a la razón o las emo­ciones. Igualmente consideran que no es un fenómeno que sea todo un proceso orgánico o mental, sino más bien una función divina que se manifiesta a través del ser físico y mental del hombre. Para ellos la intuición es algo como una especie de super facultad. Es natural en el hombre que sea un atributo intangible de su ser pero uno que muy raramente se ejercita completamente.

Quizás otra manera de explicar el concepto místico de la intuición es pensando de ella como una super inteligencia inmanente formando parte de la completa consciencia universal de la cual al místico le gusta pensar como con­sistiendo en la pura realidad: la intuición del hombre siendo como una octava del teclado completo de la realidad. Por lo tanto, la intui­ción es un vistazo del Absoluto, o Realidad Cósmica. Hace posible ese éxtasis, esa gran iluminación o influjo de consciencia, a través del cual el ser conoce su unidad con el infinito.

¿Cómo expresamos esta facultad exaltada, o atributo, en valores mortales, es decir, el problema de vivir y de la felicidad de los seres físico y mental del hombre?

Místicos y teólogos como los estudiosos cristia­nos Alberto Magno y Tomás de Aquino, declararon que toda revelación divina era ver­dad y debe aceptarse por fe. Dondequiera que haya una contradicción por la razón, ésta úl­tima debe ceder paso a la fe y la revelación. En la filosofía la razón estaba libre de especular sobre todos los temas excepto las verdades reveladas de la teología. Ellos declararon, sin embargo, que la razón podía (y a veces lo había hecho) demostrar la verdad de la fe y la revelación. Los místicos afirmaron además que la intuición era un agente de verdad hasta igual a la revelación. Por medio de la intuición uno podía adquirir la verdad acerca de los funciona­mientos de la naturaleza y del cosmos que ex­cede a la razón de realizar individualmente.

Además, la intuición por su claridad auto-evidente podría inspirar y guiar a la razón de manera que el hombre pudiera mostrar y obje­tivar la verdad. Se afirma que así es posible para el hombre, a través dé los medios trascen­dentes de la intuición, lograr un vislumbre del estado naciente de las cosas, una visión prístina a través de la cual puede reducir la realidad a causas naturales y traerla dentro de un campo que pueda experimentar el hombre.

En este punto, entonces, como facultad cós­mica o divina, la intuición no ha de ser con­finada a adquirir puramente un estado místico de unidad. Es enciclopédica, es decir, tiene acceso a valores, a la relación, a estados causales que nuestros procesos ordinarios de pensamiento no pueden alcanzar.

Podríamos pensar de este vistazo intuitivo, como siendo una especie de razón suprema. Tiene acceso a elementos de realidad más allá de nuestras facultades comunes de percepción; sin embargo, reduce estos elementos a la natu­raleza de ideas inspiradoras. Estas ideas no son para nosotros extrañas en su cualidad. En otras palabras, en su totalidad pueden aparecer como una nueva experiencia, pero intrínseca­mente están compuestas de términos y palabras que están decididamente relacionadas a nuestro nivel de inteligencia y educación. En su naturaleza superior, la intuición puede proveer una sugerida norma de acción. Dentro de la norma, es decir, la idea completa visualizada. siempre hay una llave. una especie de punto causal revelado en cuanto a precisamente cómo puede materializarse la norma.

La verdad intuitiva no es un atributo otor­gado exclusivamente a los místicos. El hombre de la calle que habla de sus corazonadas o la mujer que dice, "Algo me dijo que hiciera esto", está revelando que ha tenido impresiones y guías intuitivas. Todo artista, poeta, escritor, inventor exitoso o cualquiera otra persona en una actividad creativa está motivada por su intuición.

Razón

No debe pensarse que la intuición suplanta la función de la razón, Casi durante cada hora de nuestro estado de vigilia tenemos que ejercer la razón, evaluar, comparar nuestras experiencias y juzgar sus relaciones en cuanto a cómo afectan a alguna actividad. No deberíamos, ni necesitamos, recurrir a la intuición en la mayo­ría de los asuntos prosaicos del día.

Hay dos maneras en las cuales la razón y la intuición han de relacionarse. Primera. cuando la razón fracasa en encontrar una solución a un problema y la facultad intelectual no encuentra mayor recurso, entonces debería recurrirse a la intuición. Constituye una apelación a un juicio mayor interior, un sentido más agudo de rela­ción de lo que se puede conseguir a través de la facultad de la razón.

La otra relación de la razón y la intuición es usar la razón como un instrumento, una herramienta para manifestar las ideas inspira­doras de la intuición. Esto muchas veces es difícil porque, al principio la razón puede llegar a una conclusión que es bastante contraria a la impresión intuitiva que uno haya podido tener y, por lo tanto, dar la noción que esto último es imposible de llevar a cabo. En otras palabras, la razón no debe convertirse en el juez de la verdad de la intuición. Más bien. debe tratar de racionalmente intentar reducir las impresiones intuitivas a particulares. con­diciones y elementos del mundo que puedan ser realizados objetivamente.

Permítasenos usar una alegoría para clarificar este punto. Leonardo da Vinci. por ejemplo. tenía una idea intuitiva con respecto a la capaci­dad del hombre para volar. En un sentido deductivo, intuitivamente, tenía una certeza de que esto podía conseguirse. Sin embargo, basado en la experiencia humana de aquel tiempo. el raciocinio común habría dicho que tal cosa era imposible. Después de todo, el hombre es más pesado que el aire, no tiene alas, y cual­quier máquina o aparato, adaptado a él, lo haría aun más pesado y lo mantendría en la tierra.

Pero en lugar de esto, da Vinci usó su raciocinio para tratar de encontrar medios por los cuales cumplir su visión intuitiva. Sus asombrosos diagramas y los modelos que construyó mues­tran cómo había reducido su concepto intuitivo a hechos causales y a los principios básicos de la física de la aerodinámica . . . ¡siglos antes de que el hombre volara!

Pese a que todos los hombres poseen la fa­cultad de la intuición, pocos saben cómo usar de ella a voluntad. Con la mayoría de los hombres es un fenómeno que repentinamente inunda su consciencia proveniente en apariencia de ninguna parte con una impresión que tiene claridad. También. en la mayoría de los hombres. hasta esto es poco frecuente. Además, en la mayoría de los hombres, la impresión intuitiva que se ha tenido se considera como una fantasía o un "sonar despiertos", porque parece estar en conflicto con sus usuales procesos de razonamiento. Es aquí que se destaca el místico, (es decir, el verdadero místico); él tiene la técnica que le permite ejercitar y comprensiva­mente utilizar la intuición a voluntad. Él puede usarla casi tan comúnmente como otros hombres usan su razón.

Pero al igual que el pensador serio contempla las cosas tan lógicamente como puede, así el místico. también, se refiere a la intuición no de una manera casual sino que de una manera asidua. No emplea la intuición en donde la razón y las facultades sensorias son suficientes. No recurre a un proceso meditativo cuando una observación empírica es todo lo que se necesita. La técnica de la intuición mística consiste en no solamente saber cómo utilizarla sino también cuando hacerlo.

El verdadero místico no es, por lo tanto, un ocioso soñador fuera de comunicación con el mundo. Más bien, es un individuo practico empleando una facultad más sensitiva y usando del completo potencial de la naturaleza del hombre, aquí y ahora.


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: MIRRALILA Enviado: 10/06/2011 13:19

 

El verdadero místico no es, por lo tanto, un ocioso soñador fuera de comunicación con el mundo. Más bien, es un individuo practico empleando una facultad más sensitiva y usando del completo potencial de la naturaleza del hombre, aquí y ahora.
Evaristo gracias por compartir.Te deseo un feliz fin de semana.

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Evaristo Enviado: 13/06/2011 16:21
Gracias Marilo, me alegra mucho saberte contenta
Feliz Semana


 
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