"Servir a Dios no significa despreciar a nuestro prójimo, al contrario, y los verdaderos discípulos se esfuerzan en servir a Dios haciéndolo con su prójimo. Es a Dios a quien aman en los seres humanos. Aunque sólo reciban ingratitud, tienen fe de que Dios no les abandonará. Lo saben porque ya han pasado por esta experiencia varias veces en sus vidas pasadas. Se sienten como los pájaros cuyas alas, que se han reforzado, están por fin listas para elevar el vuelo. Aquellos que han decidido servir a Dios con su prójimo revelan que son capaces de emprender su vuelo. Sus problemas personales, familiares y sociales, los han solventado y superado, son libres para pensar más lejos y más arriba. Se sienten miembros de la familia universal, y trabajando para esta familia universal su alma se dilata en el espacio y encuentra su alimento."