Pensamiento del viernes 19 de agosto de 2011.
"«La vida eterna, es que Te conozcan a Ti, el único Dios verdadero», decía Jesús. Pero no podemos conocer a Dios mientras permanezcamos externos a Él. Para comprender la inmensidad, lo infinito de Dios, debemos fundirnos en Él, perdernos en Él, fusionarnos con Él. Esta fusión sin embargo no puede realizarse mientras un ser no trabaje en purificarse… Tomemos una imagen: tenéis una gruesa gota de mercurio y la desparramáis en gotitas sobre una hoja de papel, después reunís estas gotitas: de nuevo forman una sola. Ciertamente todos habéis realizado esta experiencia. Ahora, sobre estas gotas desparramadas, dejad caer algunos granos de polvo: por mucho que intentéis después reunirlas, permanecen separadas. Pues bien, esto es lo que también sucede con nosotros. El Señor es el esplendor, el infinito, la inmensidad, pero sólo es accesible a condición de que logremos rechazar todas las impurezas en nosotros que, como capas de polvo, nos impiden fusionarnos con Él."
Omraam Mikhaël Aïvanhov |