El término Filosofía, de origen griego, significa amor (Philo) a la sabiduría (Sophia), es decir, una filiación, o identidad, con el Conocimiento. Sophia es para los gnósticos una entidad, un principio, una deidad. El hombre puede aspirar a ella vivenciándola como un estado de su conciencia. No olvidemos que para la Cábala esta esfera es Hokhmah, Sabiduría, uno de los principios ontológicos del Ser, el que conjuntamente con su paredro femenino, Binah, la Inteligencia, conforma la base de la primera tríada del Arbol de la Vida, y es atributo, o nombre, de la divinidad. La auténtica sabiduría, es decir la Filosofía de la Antigüedad, no sólo es una Ontología, y también una Cosmogonía, sino que toda su estructura tiende a la Metafísica. En verdad podría decirse que esta Filosofía es una Teosofía.
Utilizaremos el término "Teoría" en su acepción etimológica, o sea, el Conocimiento de la Deidad, o el atributo de su sabiduría, como estado vivido en la propia conciencia; y el de "Metafísica" (mencionado más atrás) como aquello que está más allá de la física, incluido no sólo el mundo material, sino el psicológico, y aun el de los principios del Ser (Ontología), y que se halla desde luego muy lejos de lo percibido por los sentidos, y de lo expresado por los fenómenos, según la apreciación corriente que solemos tener de los mismos. Este amor a la Sabiduría, atributo del Ser Universal, lleva a la identificación con ese principio, que se Conoce y que se advierte en el interior de la conciencia. Lo mismo es válido para la compenetración con la Inteligencia Universal. Desgraciadamente, con el oscurecimiento gradual de los tiempos que vivimos, la Filosofía ha ido perdiendo su luz primigenia y ha terminado por convertirse en un mero juego dialéctico, o en un ejercicio retórico y racional que no puede evadir su propia sistematización.
P. Agartha