El primer Emblema Rosacruz que usamos para meditar – MOLLESCO – nos enseñó que teníamos que ABLANDAR nuestro Corazón, duro como una piedra. El segundo Emblema Rosacruz – CRESCO – nos mostró el fruto del ablandamiento: una tierra fértil en la que crecen espigas de maíz.

El tercer Emblema Rosacruz – ALTAPETO – nos indicó el único camino que debemos seguir para alejarnos de quienes nos persiguen: DIOS o CRISTO.

Ahora meditaremos usando el cuarto Emblema Rosacruz – AMO - que muestra el Corazón del Hombre bajo las llamas de las pruebas y tribulaciones, recibiendo dos dones: el SOPLO DIVINO y las SEMILLAS que Dios da a cada hombre. Este es el resultado de ALTAPETO. Al resguardarse en los brazos de Dios, nos liberamos de nuestros perseguidores, y tras ablandarnos y crecer interiormente, nuestras emociones están listas para derramar la fragancia de la combustión de las semillas Divinas, que penetran en nuestro Corazón. El Soplo Divino es el influjo de la Conciencia Crística o Conciencia Cósmica que impregna todo el Universo, y que nos infunde con el precioso NOUS que es el Aliento de Vida que, al unirse a la materia, permite la manifestación de la consciencia del ser.

La secuencia de meditación en estas cuatro semanas ha sido entonces: MOLLESCO – CRESCO – ALTAPETO – AMO. Es decir, “ablando primero mis emociones; crezco en virtudes y mansedumbre; vuelo hacia Dios para alejarme de todo mal; y finalmente insuflado por Dios, doy Amor”.