Pensamiento del Sábado 25 de febrero de 2012.
"Los evangelistas relatan que un día que Jesús andaba por un camino con sus discípulos, tuvo hambre. De lejos, vislumbró una higuera… Acercándose, vio que el árbol solamente tenía hojas, ya que todavía no era la estación de los higos. Pero irritado, Jesús maldijo este árbol que, en el mismo instante, se secó. Evidentemente, si tomamos este relato al pie de la letra, podemos sentirnos turbados: si no era la estación de los higos, ¿por qué Jesús actúa de esta forma con este árbol? Para interpretar correctamente este episodio, es preciso comprender que a través de la higuera, Jesús se dirige a una categoría de hombres cuyo intelecto y corazón son improductivos. Para el ser humano no hay períodos, no hay estaciones; en cualquier momento debe ser capaz de dar frutos, es decir, pensamientos luminosos y sentimientos cálidos. Porque el Señor puede venir en cualquier momento, no espera tal o cual período y no se anuncia con antelación. En el momento que llega, sea verano o invierno, de día o de noche, este árbol que es el hombre, debe poder dar frutos, si no el Espíritu lo abandona, y este abandono es una maldición para él: se seca y muere. Es por ello que debe trabajar para ser siempre capaz de producir frutos. "
Omraam Mikhaël Aïvanhov |