MITOLOGIA
De las que todavía se tiene el recuerdo de su existencia, la civilización griega es quizás una de las que alberga el mayor número de dioses y mitos. En efecto, el panteón (palabra que deriva de pan, "todo", y theos, "dios") griego es verdaderamente fecundo y prolijo, sólo comparable al de las culturas hindúes, y las precolombinas, especialmente la azteca y la maya. El nombre mismo de "mito" es de origen griego, y su raíz es la misma de la palabra "misterio", derivando ambas de la palabra myein, que significa "cerrar la boca", "callarse", aludiendo sin duda al silencio interior en que se reciben los secretos de la iniciación. Desde los misterios órficos, pasando por las iniciaciones de Eleusis, de las que participaron Pitágoras, Sócrates y Platón, hasta el crisol de culturas que representó la Alejandría de los siglos II y III de nuestra era, la mitología griega nutrió el universo sagrado de todas las culturas del Occidente mediterráneo, particularmente la del Imperio de Roma.
Cada ciencia y cada arte, así como cualquier actividad manual, racional e intelectual del hombre, estaba bajo la protección e influencia de un dios, musa o genio astral, lo que redundaba en una convivencia armónica con las fuerzas ordenadoras del cosmos. Los griegos, como cualquier pueblo tradicional, entendían que los dioses y las entidades invisibles eran modos o formas de ser de la existencia, y reunían toda la variada gama de posibilidades esenciales y arquetípicas de la conducta y del pensamiento humanos. En este sentido, una filiación profunda une a dioses y a hombres: todos surgen del matrimonio de Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra). Así, los dioses olímpicos representan los estados superiores del hombre, y los hombres los estados terrestres de los dioses. Y esto es, una vez más, una aplicación de la ley de analogía, que hace que "lo de arriba sea como lo de abajo, y lo de abajo como lo de arriba", conformando un todo armonioso y ordenado.
Las relaciones íntimas entre los dioses y los hombres tienen, en las tradiciones greco-romanas, un carácter ambivalente de reconciliación y lucha, claramente vinculado con la idea de empresa heroica, y de reconquista de la inmortalidad por parte de estos últimos; no se hace sino representar, por medio de las leyendas de los héroes, el proceso mismo de la Iniciación.
Esto está ejemplificado por el conocido mito de Ulises, cantado en la Odiseapor Homero, que después de un viaje laberíntico, por mar y tierra, lleno de peligros y vicisitudes, alcanza por fin su "tierra natal", la isla de Itaca. Igualmente por Hércules (ver Nº 15), héroe solar, que después de sufrir diversas pruebas y trabajos, consigue penetrar en el Jardín de las Hespérides, otro de los nombres dados al Centro del Mundo.
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