"No podemos demostrar la existencia de Dios por el razonamiento: ¡los argumentos de los que se dispone son tan débiles! E incluso se injuria al Señor imaginando que un razonamiento, por sutil que sea, llegue a demostrar que existe. ¿Cómo demostrar a los ciegos la realidad de la luz, si no es devolviéndoles la vista? Un Maestro espiritual no se preocupa pues de demostrar la existencia de Dios ni, más allá de nuestro mundo físico, la existencia de un mundo que no vemos. Hace de la existencia de Dios y del mundo invisible la base implícita de su trabajo, sobre esto construye. Cuando debe dirigirse a sus discípulos, no se pregunta si tienen o no tienen fe. Y al actuar así, llega un día en el que ellos ya no dudan ni cuestionan la existencia de Dios y entran en comunicación con las realidades del mundo invisible. "