GEOGRAFIA SAGRADA
Toda Tierra Santa, o Sagrada, propia a cada tradición, es el símbolo de la Tierra Arquetípica, que se manifestó visiblemente al comienzo del actual ciclo terrestre y humano. Esta fue la residencia del Centro Supremo o Gran Tradición Primordial, la que tuvo que ocultarse y hacerse invisible (pasando a otro plano) cuando las condiciones en las que era posible su existencia se tornaron difíciles. Geográficamente el Centro Supremo estuvo situado aproximadamente en lo que hoy es el Polo Norte, que los griegos denominaron la Hiperbórea, y que en aquellos primeros tiempos conservaba unas condiciones climáticas más benignas que en la actualidad: una "primavera perpetua" como señalan algunas tradiciones. Esto se debería, como ya se ha dicho antes, al hecho de que el eje terrestre no estaba inclinado con respecto al eje celeste, con lo que no existía la sucesión de las estaciones.
Es de notar, además –y para advertir las analogías que existen entre el orden físico y el espiritual–, que el Polo Norte representa la región que es tomada como referencia orientativa vertical desde cualquier lugar de la superficie terrestre (aunque esto sea hoy así por la globalización cultural y la representación de la Tierra como esfera); el extremo Norte es también el extremo superior del eje vertical que atraviesa la Tierra, y por lo tanto el centro alrededor del cual se cumple la rotación de la misma, siendo el único lugar (junto con el Polo Sur) que permanece estable y sin girar en dicha rotación. En este sentido, es perfectamente normal que fuera la región polar la primera en albergar la Tradición Primordial, pues ésta es también el origen y el centro doctrinal invariable de todas las demás a través de los tiempos; su permanente punto de referencia axial. Su replegamiento y ocultamiento supuso el surgimiento de las diferentes formas tradicionales y el establecimiento de los respectivos centros geográficos sagrados, que eran, y siguen siendo, los reflejos del primero (ver "La Montaña y la Caverna", Módulo I Nº 61). Son el caso de Jerusalén para el judeo-cristianismo, la Meca para el Islam, Delfos para la Grecia clásica, Roma para las tradiciones itálicas y aún para el Catolicismo actual, Tebas para el antiguo Egipto, Babilonia para las culturas mesopotámicas, la mítica Aztlán (Atlántida) para las culturas mesoamericanas, Cristianópolis o la "Ciudadela solar" para el Hermetismo Rosa-Cruz, etc. El nombre originario del Centro Supremo fue el de Tula, o Thule, la "Balanza", o también Siria, la "Tierra del Sol", expresión que indica una transposición celeste y luminosa del espacio geográfico. Tula designa la constelación de la Osa Mayor que con sus siete estrellas –número de perfección– semeja un arca girando en torno de la estrella Polar, morada simbólica de la Gran Unidad o Arquitecto del Universo. La estrella Polar es la Cima, el Cenit de la Montaña Cósmica, Arbol o Eje del Mundo de donde parten según las direcciones del espacio, los cuatro ríos sagrados portadores del Agua de Vida Celeste.
NOTA:
En diversas tradiciones el Paraíso es representado por el corazón, que es el centro del estado humano, equivalente como hemos dicho al "Corazón del Mundo", al "Santo Palacio" interno, o a Brahma-Pura ("la Ciudad de Brahma"). Por ello ha de entenderse la existencia de una analogía entre la Geografía mítica o sagrada y el propio espacio interior o espiritual del hombre. En ese espacio también se encuentran comarcas y regiones que no son sino estados de conciencia que el ser va reconociendo en las diferentes etapas o grados de su evolución espiritual. "El Reino de Dios está dentro de vosotros", dice el Evangelio; y el lamaísmo budista: "Shambala (la Comarca Suprema o Paraíso) está en nuestro corazón". A la luz de esas concepciones el espacio geográfico se transforma en su arquetipo celeste, donde se vislumbra lo atemporal. La belleza del mundo, de Malkhuth, es el reflejo de la Belleza, de Tifereth. Las visiones extáticas de ciertos místicos describen una geografía situada en otro plano de realidad, donde se producen las teofanías y se revelan las entidades angélicas y divinas. Es la "Tierra de los Bienaventurados", de los "Vivientes", de los "Antepasados Inmortales", a la cual, sin embargo, "no se puede llegar ni con naves ni carros, sino solamente por el vuelo del espíritu". A este respecto nos dicen los maestros herméticos: "El Paraíso está aún en esta tierra, pero el hombre está lejos de él hasta que no se regenere". Agartha es la gruta que se oculta en la montaña, ubicada en el mismo eje que la sumidad, como la cripta en el templo.
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