Pensamiento del domingo 21 de abril de 2013.
"Antes de decir la misa, el sacerdote empieza por exorcizar y consagrar todos los objetos que va a utilizar, así como el incienso, el vino, las hostias, el aceite, los libros santos y la ropa que debe llevar. Incluso si nadie los ha tocado, estos objetos han estado sometidos a todas las corrientes que atraviesan el espacio y han absorbido impurezas. Y también el sacerdote pronuncia para él mismo palabras de purificación y de consagración, a fin de hacerse digno de ser un mediador entre Dios y los hombres. Pero, los fieles que están ahí ¿qué es lo qué comprenden, qué miran? Si los cristianos supieran interpretar los gestos del sacerdote que va a decir la misa, sabrían por qué asisten a esta misa. Y comprenderían que, ellos también, deben hacer de todo su ser un lugar reservado para la Divinidad."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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