EL VIAJE A ORIENTE

 Hermann Hesse

Continuación... (2)

“Como resultante de esa ‘inexperiencia’ hoy, en el público, nuestro viaje que antaño produjo éxtasis en miles de seres, no sólo está olvidado, sino que hasta los recuerdos a él referentes constituyen un verdadero tabú. La historia es, desde luego, rica en ejemplos de esta clase. Toda la historia del mundo me parece, a veces, sólo un ciego de los humanos deseos: el de olvidar. ¿Acaso cada generación no extirpa por el interdicto, el silencio, el sarcasmo, cuanto la generación anterior creyó precisamente lo más importante? ¿No acabamos de ver que una guerra monstruosa, horrible, de varios años, puede ser olvidada, negada, suprimida, borrada mágicamente durante años por pueblos enteros, y que estos mismos pueblos, ahora, cuando creen haber recobrado un tanto sus fuerzas, tratan de recordar por emocionantes historias guerreras lo que hicieron y soportaron pocos años atrás? Análogamente, llegará el tiempo de redescubrir las proezas y riesgos de nuestro Clan, motivo hoy del olvido y de la risa del mundo, y mis notas algo contribuirán a ello.

“Una de las particularidades del Viaje a Oriente era que si bien la Orden perseguía fines muy elevados y perfectamente precisos (por pertenecer a lo secreto no pueden ser revelados) los en él participantes podían tener intenciones privadas; más aún, debían tenerlas, pues a nadie se aceptaba si no le animaban motivos particulares, y cada uno de nosotros, aun aparentando perseguir ideales y fines comunes y combatir bajo la misma bandera, extraía su más íntima fuerza y su supremo consuelo del sueño de niño singular y algo loco que llevaba en el fondo de su corazón. Mi propio designio, acerca del cual fui interrogado por la Sede Suprema antes de ser admitido en la Orden, era de lo más simple, mientras que otros fieles se habían propuesto fines que yo, evidentemente, era capaz de respetar, pero no de comprender del todo. Uno, por ejemplo, era buscador de tesoros y nada había en su espíritu que no fuera la conquista de uno, supremo, al que denominaba “TAO”; otro tenía metido en la cabeza apoderarse de cierta serpiente a la que atribuía mágico poder y llamaba KUNDALINI. Por el contrario, la finalidad de mi viaje y de mi vida, que se me había aparecido en sueños los últimos años de mi infancia, era ver a la bella princesa FATMA y, de ser posible, enamorarla.

“En la época en que tuve la dicha de ser admitido en la Orden, es decir inmediatamente después de finalizada la Gran Guerra, hormigueaban en nuestro país salvadores, profetas y discípulos, así como profecías acerca del fin del mundo o esperanza del advenimiento del Tercer Reich. Conmovido por la guerra, desesperado por la miseria y el hambre, profundamente decepcionado por la aparente inutilidad de tanto sacrificio de seres y de bienes, nuestro pueblo estuvo sensible a muchas quimeras, pero también a una realmente grande elevación del alma; hubo comunidades de danzas análogas a las de las bacantes, y grupos de combate anabaptistas; cuanto podía suscitar ansias de más allá y de milagro; el gusto por los secretos de la India, de la antigua Persia y de otros países de Oriente y su culto estaba también muy difundido; y de ahí provino que nuestra Orden, tan antigua, pareciera a la mayoría uno de esos apasionantes y prematuros floreceres del momento, y que, tras algunos años cayeron con él, ora en el olvido, ora en el menosprecio y el descrédito. Esto no concernía a los discípulos que permanecieron fieles.

“Recuerdo muy bien el día en que, al expirar mi año de noviciado y presentarme ante la Sede Suprema, el Orador público me inició en el proyecto de Viaje a Oriente y de cómo, cuando me hube dado en cuerpo y alma a él, me preguntaron con benevolencia qué me prometía yo de ese viaje al país de la leyenda. Sonrojándome, pero con toda franqueza y sin vacilar, confesé a los Superiores reunidos, el ansia de mi corazón: ver con mis propios ojos a la princesa Fatma. Y el Orador, intérprete de los gestos de los velados asistentes , puso amistosamente su mano sobre mi cabeza, me bendijo, y pronunció la fórmula confirmatoria de mi admisión como miembro de la Orden - “Anima Pía” – fueron las palabras que empleó para dirigirse a mí y me invitó a la fidelidad al Credo, al heroísmo en el peligro, al amor fraternal. Bien preparado durante mi año de Novicio, presté juramento, renuncié al mundo y a sus errores y recibí en el dedo el anillo de la Orden, que llevaba escritas estas palabras, de uno de los más hermosos capítulos de nuestra historia:

“En la Tierra y en el Aire, en el Fuego y en el Agua,

Sumisos le están los espíritus;

Su mirada aterra y domeña a los monstruos más salvajes.

Y hasta el Anticristo se le acerca temblando...

Y lo que sigue.”

CLAVES MÁGICAS:

1. “Análogamente, llegará el tiempo de redescubrir las proezas y riesgos de nuestro Clan, motivo hoy del olvido y de la risa del mundo, y mis notas algo contribuirán a ello.” Hemos dicho que este libro de Hesse se ha basado en la Orden Rosacruz de Alemania. Todas sus referencias nos llevan a ella, y a los restos que se han mantenido en las modernas Órdenes rosacrucianas del Siglo XX. Luego de la aparición de los Tres Manifiestos, se oyeron numerosas voces a favor y en contra de los Rosacruces. Sin embargo, debido a que los Rosacruces no aparecían en público, y fueron objeto de utilización por parte de muchos charlatanes que aprovecharon para beneficiarse económicamente, el término Rosacruz cayó en el descrédito. Todo el “Viaje a Oriente” está lleno de claves esotéricas y advertencias expresas, que los analistas literarios no han podido comprender, por no ser Iniciados o siquiera estudiosos del simbolismo y el esoterismo. Observen que Herman Hesse ha dicho que sus notas contribuirían en algo para la reaparición de la misteriosa Orden a la que estaba afiliado.
2. “Una de las particularidades del Viaje a Oriente era que si bien la Orden perseguía fines muy elevados y perfectamente precisos (por pertenecer a lo secreto no pueden ser revelados) los en él participantes podían tener intenciones privadas”. Este párrafo es revelador de la pertenencia de Hermann Hesse a esta Orden. Las Órdenes Esotéricas Tradicionales contienen en sus rituales elementos que enlazan Occidente con Oriente, siendo uno de ellos el viaje o los viajes simbólicos que se llevan a cabo durante ciertas Iniciaciones. Por algo los Venerables Maestros de todas las Logias se sientan en Oriente, y hacia allí viajan siempre los Neófitos para convertirse en Iniciados. En cuanto se refiere Hesse a la dualidad de objetivos – el propio de la Orden y el individual del Neófito -, esto nos sirve para conocer y entender la cualidad iniciática de su Orden. Es una Orden de miembros con libertad de pensamiento y libertad de acción, puesto que cada uno tiene su propio objetivo. 
3. “Mi propio designio, acerca del cual fui interrogado por la Sede Suprema antes de ser admitido en la Orden, era de lo más simple,” En esta Orden cada miembro debe expresar cual es su deseo u objetivo en la vida. Muchos son los caminos que conducen a Roma, dice un refrán. Y así sucede con los caminos del esoterismo. Cada persona encontrará el camino que mejor convenga a sus aspiraciones.
4. “Uno, por ejemplo, era buscador de tesoros y nada había en su espíritu que no fuera la conquista de uno, supremo, al que denominaba “TAO”;” Hesse nos proporciona en estos párrafos algunos ejemplos de búsquedas personales. Este es el “TAO TE KING”, o “Libro del Recto Camino” escrito por Lao Tse. Una de sus célebres frases dice: “el Tao que puede nombrarse NO ES el TAO”, indicando que no es posible colocar en palabras los más altos principios metafísicos.
5. “otro tenía metido en la cabeza apoderarse de cierta serpiente a la que atribuía mágico poder y llamaba KUNDALINI.” En este ejemplo tenemos otro de los grandes secretos o búsquedas, que trata de la energía psico-sexual ubicada en el centro de la base de la columna vertebral, de la cual existe una técnica yóguica, precisamente el KUNDALINI YOGA, para despertar y elevar esta energía a los centros superiores ubicados en la cabeza.
6. “Por el contrario, la finalidad de mi viaje y de mi vida, que se me había aparecido en sueños los últimos años de mi infancia, era ver a la bella princesa FATMA y, de ser posible, enamorarla.” Con esta explicación Herman Hesse nos indica que su búsqueda es a través del AMOR. No es mediante el estudio de la metafísica del TAO, ni a través de la práctica de ejercicios síquicos para despertar y elevar la energía sexual. El propósito de Hesse es alcanzar el Amor, que desde la explicación platónica, consiste en encontrar la parte del alma que se había separado, y que al reunirse, forman una unidad.
7. “En la época en que tuve la dicha de ser admitido en la Orden, es decir inmediatamente después de finalizada la Gran Guerra,” Esta frase nos indica que Herman Hesse fue iniciado en esta Orden aproximadamente a fines de 1918 o comienzos de 1919.
8. “esperanza del advenimiento del Tercer Reich.” Palabras premonitorias escritas en 1919; veinte años más tarde el Tercer Reich de Hitler se haría realidad.
9. “hubo comunidades de danzas análogas a las de las bacantes,” Las BACANTES eran las sacerdotisas del dios BACO. En las fiestas llamadas BACANALES, estas mujeres corrían desnudas o cubiertas con una ligera gasa o una piel de tigre, con los cabellos sueltos mientras proferían gritos desaforados, llevando una antorcha encendida en la mano.
10.  “y grupos de combate anabaptistas”. Los anabaptistas eran una secta del Siglo XVI que decían recibir revelaciones directas de Dios, por las cuales pretendían que debían gobernar el mundo. Predicaban la comunidad de los bienes y que alcanzarían la bienaventuranza una vez que se exterminase a todos los infieles. Su principal promotor fue Tomás Munster en Alemania, quien esparció esta doctrina en ese país y en Suiza, generando violentos choques religiosos. Derrotados los anabaptistas, Munster fue aprisionado y decapitado en la ciudad de Mulhausen en 1525.
11.  “Recuerdo muy bien el día en que, al expirar mi año de noviciado y presentarme ante la Sede Suprema, el Orador público me inició en el proyecto de Viaje a Oriente”. Es usual que las Órdenes y Fraternidades rosacrucianas tengan un período generalmente de un año, denominado Neófito o Novicio, durante el cual se prueba la voluntad y sinceridad del candidato. El Orador es un oficial de las Logias Masónicas. Los indicios que nos va dando Herman Hesse a lo largo de su obra nos llevan a pensar que ingresó en una Orden de tipo paramasónica, es decir, conteniendo elementos rosacrucianos y masónicos.
12.  “confesé a los Superiores reunidos, el ansia de mi corazón: ver con mis propios ojos a la princesa Fatma.” El término SUPERIORES es usado frecuentemente por las Órdenes Martinistas, en las que se habla de los SUPERIORES INCÓGNITOS o DESCONOCIDOS.
13.  “intérprete de los gestos de los velados asistentes”. Esta es una clave sobre cómo estaban vestidos. Al estar velados, quiere decir que usaban una capucha o velo que les tapaba la cara, de modo que no pudieran ser reconocidos por los candidatos.
14.  “Bien preparado durante mi año de Novicio, presté juramento, renuncié al mundo y a sus errores y recibí en el dedo el anillo de la Orden”. Esta frase nos confirma el método Iniciático de la Orden en la que estuvo afiliado Herman Hesse. Existía un año de Noviciado; luego se le preguntaba cual era su máximo anhelo; y se lo consagraba y hacía miembro de dicha Cadena Iniciática, mediante la entrega de un anillo de la Orden. Los versos grabados en este Anillo nos indican que esta Orden estaba emparentada con todas las Órdenes que reconocen en la Primer Iniciación el Viaje del Alma a través de los cuatro elementos. Los Masones y los Iniciados en el Primer Grado de la Rosacruz encontrarán interesantes analogías simbólicas sobre este tema.