Medicina integral
Es curioso como terapeutas de distintas corrientes entran en
competencia sobre la eficacia de los tratamientos desprestigiando a las
técnicas que no son las suyas. Una vez, en la consulta de un anatomopatólogo
leí un cartelito que expresa una verdad referente a estas competencias, decía:
“El mejor médico es
la naturaleza,
Porque cura las tres
cuartas partes de la enfermedad
Y no habla mal del
colega”.
Hipócrates, el griego padre de la medicina, estableció que
una enfermedad se puede curar con los similares o con los contrarios. Los
similares es lo que conocemos hoy en día como homeopatía, y los contrarios es
la práctica habitual de la medicina alopática. Sin embargo, ambas disciplinas,
al no considerar la utilidad de la otra, es como si estuvieran “jalando”, cada
una de ellas, por un brazo de Hipócrates y lo estuvieran dividiendo, en vez de
pensar y actuar de forma integral. Hay cosas que se tratan mejor con la
homeopatía, y otras en que la medicina alopática puede ser más efectiva.
Últimamente, en Occidente, se ha introducido otras formas de
terapia que compiten con las prácticas antiguas de la abuelita y con la
medicina habitual. Son las medicinas alternativas, naturopatía, acupuntura,
manejo de energías de siempre pero con nombres nuevos, flores de Bach, etc. A
éstas se añaden también otras técnicas con influencias psíquicas como son la
risoterapia, la aromaterapia, la músico terapia. Pero nunca deberíamos
abanderar una y desprestigiar la otra, porque el ser humano no es una parte de
sí mismo, es un todo integral con
cuerpo, psique, emociones y si queremos un ser espiritual.
Muchas enfermedades son heredadas a través de la información
genética, otras son difíciles de establecer su origen y podemos recurrir a una
explicación kármica pero no entendiendo que el karma es un castigo. A este
propósito recuerdo un pasaje de la
Biblia en el que Jesús y los apóstoles se encontraron con un
ciego. Los apóstoles preguntan a Jesús ¿quién pecó, él o sus padres? A lo que
Jesús responde: ni él ni sus padres, es así para la gloria de Dios. Esto no se
podría entender a menos que pensáramos en que toda causa tiene su efecto, es
decir, estamos afectados por efectos de causas de las que no tenemos
conciencia, porque el karma no tiene el tiempo que nosotros solemos aplicar, es
decir, puede trascender nuestra actual encarnación.
Luego tenemos una serie de enfermedades que son originadas
en la psique y solo se proyectan al órgano físico mucho tiempo después de que
se hubieran instaurado en lo que podemos llamar el cuerpo psíquico. Un
neurofisiólogo español, Pedro Herrero Aldama, confirma la idea de que muchas de
las enfermedades que manifestamos físicamente, tuvieron su comienzo en la
psique. De manera que también podemos actuar en nosotros mismos y en los demás
a través de la mente. Este tipo de terapia no debe eliminar a cualquiera de las
otras sino complementarlas. La medicina tiene su lugar, la psicología tiene su
lugar, la cirugía tiene su lugar, la curación mental tiene su lugar, la oración
tiene su lugar, la aplicación de las manos tiene su lugar. ¿Qué es mejor, usar
solo una forma de terapia la cual estaría dirigida solo a un aspecto del ser
que somos, o usar varios tipos que contemplaría una acción global sobre el todo
que somos? El cuerpo físico es primordialmente químico, el cuerpo psíquico es
otra cosa, sin embargo, con la mente se pueden poner en movimiento estructuras
químicas.