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El Consejo de Dios
El eterno consejo de Dios abarca los planes de su corazón desde la eternidad pasada. Los reveló en el Nuevo Testamento mediante los apóstoles; y nosotros los creyentes estamos incluidos en esos planes. En la epístola a los Efesios, Pablo habla de las cuatro dimensiones de ese consejo, pues desea que seamos “plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura” de ese consejo (3:18).
La anchura. En virtud de la obra de redención de su Hijo, Dios quiere salvar a todos los seres humanos de todos los pueblos, tribus y clases sociales, para hacer de ellos sus hijos, a fin de que tengan un hogar eterno en la casa paterna.
La longitud. El consejo de la gracia de Dios es eterno así como Él mismo es eterno. Sus planes tienen cumplimiento durante la eternidad. Nosotros, quienes hoy creemos en el Señor Jesucristo y, en conjunto, pertenecemos a su Iglesia, estaremos eternamente como hijos en la casa del Padre.
La profundidad. Nos recuerda cuán bajo tuvo que descender el Señor Jesús para salvarnos y conseguir que el consejo de Dios fuera hecho realidad. Tuvo que hacerse hombre y, como tal, tomar nuestro lugar en el juicio y luego entrar en la muerte.
La altura. Nos habla de la elevada posición en la que estamos colocados como creyentes. Individualmente somos hechos hijos de Dios; como conjunto formamos la Iglesia de Dios, íntimamente unida al Señor Jesús: somos su cuerpo y su esposa
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