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¿Un Seguro para el Más Allá?
En nuestros días la inseguridad, cualquiera que sea, es un inevitable motivo de preocupación. Por eso las compañías de seguros proponen garantías mediante primas que cubren todos los riesgos posibles: robo y agresiones, incendios, accidentes, daños causados por inundaciones, etc. Estos contratos son la señal de un profundo temor de los hombres ante un daño imprevisible que podría producirse en su existencia. Las indemnizaciones previstas permiten reparar daños o compensar pérdidas, pero es preciso constatar que, aun cuando alguien viva hasta los cien años, no tiene un seguro contra la muerte.
En verdad existe un riesgo más grande que es necesario «cubrir» en primer lugar: el de estar perdido por la eternidad. Un riesgo es un peligro eventual, pero encontrar a Dios es una certeza. Por eso el perfecto y único seguro consiste en estar en regla con Él. Lo que nos separa de él son nuestros pecados; pero por amor a nosotros, sus criaturas, Dios entregó a su Hijo, quien soportó en nuestro lugar el castigo de nuestras faltas.
Por la fe en Cristo, «suscriba» el seguro de una felicidad eterna con él en la gloria del cielo. ¿Cuál es el precio de este seguro? Es gratuito. Dios sólo le pide que firme el contrato, es decir, que crea lo que él dice. Encuentre en él este seguro, pero no espere más, porque el mañana no nos pertenece: ¡quizá sea demasiado tarde!
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