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¿En Quién Tener Confianza?
La Biblia nos invita a admirar la “paciencia” de Job (Santiago 5:11). Pero este hombre “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”, mantenía en su corazón una secreta satisfacción de sí mismo. Le sobrevinieron las pruebas, la miseria, la enfermedad y finalmente las injustas insinuaciones de sus amigos. Al final Job perdió la paciencia. Exasperado, proclamó sus buenas obras y la perfección de su conducta.
Entonces Dios se reveló a él, primero por medio de un mensajero fiel, Eliú, y luego directamente. En este contacto con Dios, Job aprendió no sólo a conocer mejor a Dios, sino a conocerse a sí mismo (Job 42:5-6). Descubrió que todo lo bueno viene de Dios (Job 38:4-41). Así pasó de la confianza en sí mismo a la confianza total en Dios.
La historia de David y Goliat (1 Samuel 17) nos enseña que si la confianza en sí mismo puede hacer de uno un campeón orgulloso, la confianza en Dios nos hace vencedores. El gigante, muy consciente de su fuerza, desafiaba a todos a competir con él. El joven David confiaba humildemente en Dios. Aunque tenía su honda en la mano, no ponía su confianza en ella, pues dijo al gigante: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre del Señor” (v. 45).
Ambos, Job y David, recibieron la recompensa a su confianza en Dios.
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