Realizaremos la pintura sobre vidrio de un motivo ornamental o de una figura, dependiendo del nivel de los participantes. Seguiremos, simplificándolo mucho, el modelo de confección de un vitral policromado de época gótica.
El dibujo
En primer lugar debemos situar el dibujo sobre la placa de vidrio que queremos pintar y fijarlo después con cinta adhesiva al papel. Con un rotulador de punta fina para vidrio se traslada el dibujo al reverso de la placa de vidrio. Una vez reproducido, retiramos el papel de calco, damos la vuelta a la placa de vidrio y en su anverso perfilamos nuevamente el dibujo con la resina, siguiendo el trazado del dibujo hecho con el rotulador en el reverso.
Con la ayuda de un trapo empapado en alcohol de quemar, borramos el trazo del rotulador que queda en el reverso del vidrio. En caso de que se quiera pintar el tema sin el contorno de resina, se dejará el trazado y se borrará sólo una vez realizada la coloración.
La coloración
Una vez que el dibujo ha sido trasladado a la superficie del vidrio y perfilado, podemos pasar a la fase final, es decir, a la coloración. Se trata de una operación importante y delicada que comporta decisión y cierta rapidez. Primero se diluye el barniz incoloro en la cantidad necesaria con el disolvente adecuado.
Cuando se ha obtenido un preparado de la consistencia necesaria (para comprobarlo basta depositar una gota sobre u vidrio: si la gota tiende a ensancharse ligeramente, la consistencia es adecuada) se añade el color poco a poco a fin de obtener el tono deseado. Para proceder a la coloración es necesario comprobar la densidad del color vertiendo una gota sobre un vidrio de prueba. La coloración se efectúa extendiendo primero los tonos más claros. Sólo en una segunda fase se completa la coloración extendiendo los tonos más oscuros.
El secado
Una vez terminada la coloración, hay que dejarlo secar en un lugar limpio y sin polvo durante el tiempo necesario