Después de admirar una pintura en la casa de una mujer, me sorprendió su generosidad cuando la bajó y me la regaló.
He visto muchos actos similares de bondad. Durante años, mi suegra conservó su arcaica nevera para poder dar más dinero a la obra del Señor.
Una familia cristiana que conozco ahorró dinero para comprar un auto. Pero cuando tenía una urgente necesidad, se quedó con su auto viejo y dio el dinero a la misión.
También he escuchado hablar de un hombre de negocios cristiano que se pone algo en el bolsillo todos los días para reglar: un bolígrafo, una baratija y hasta un billete de diez dólares. A medida que pasa el día busca a alguien que se sentiría bendecido por recibir un regalo. Al buscar constantemente una oportunidad de dar -dice- paso un día hermoso.
El viejo refrán que dice: Los que aceptan cosas comen bien, pero los que dan duermen bien es sólo parcialmente cierto.
No debemos de dar de mala gana ni sólo por obligación, sino de corazón. Es el dador generoso y alegre en que Dios ama.
2 Corintios 9:7
Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre.