PASAN DIEZ AÑOS ENTRE EL ALERTA FAMILIAR Y LA CONSULTA DEL ADICTO
"En las adicciones, las alarmas de la sociedad suenan tarde. Probablemente por eso tenemos secretarías que se llaman «de las adicciones», cuando en realidad deberían ser «del abuso de sustancias». El individuo descompensado, con náuseas, tembloroso, es la punta del iceberg. Antes, una persona puede tener un accidente por estar utilizando una sustancia psicoactiva en un contexto de riesgo y pasar desapercibida."
La advertencia que lanza el doctor Hugo Míguez, investigador del Conicet, no surge de una mera apreciación personal, se fundamenta en un estudio que acaba de recibir el premio al mejor trabajo de investigación en salud mental otorgado por la Fundación Acta, centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud.
El estudio, que analizó más de treinta mil llamadas realizadas entre 1994 y 1996, y entre 2004 y 2005 a los servicios telefónicos abiertos a personas con problemas de alcohol y drogas (Fonodroga, de la Secretaría de Asistencia y Prevención de las Adicciones de la Provincia de Buenos Aires) descubrió que entre la consulta virtual (generalmente, de la madre) y la efectiva (del propio afectado) pasan diez años.
En otras palabras: la mayoría de los relatos de madres, padres, novias y hermanos hacían referencia a individuos de alrededor de dieciocho años, y la mayoría de las personas que llamaban impulsadas por la presión del consumo tenían alrededor de veintiocho.
"Quiere decir que nosotros tenemos en los familiares más cercanos un sistema de alarma temprana que no es escuchado -explica Míguez-. Esto indica que en la Argentina podemos tener mucha información que lo que requiere es un trabajo de elaboración, de reprocesamiento."
A partir de la gran base de datos de los servicios de llamadas anónimas, el científico descubrió que se podían diferenciar cuáles correspondían a un consultante virtual y a uno efectivo. Así, se configuraban dos personas: la que reconstruía la alarma del medio en el que vivía el consumidor de drogas y el propio afectado.
"Entre 1994 y 1995 surge claramente la diferencia de edad que tienen ambos individuos -dice Míguez-. Diez años después, hacemos el mismo estudio en más de 20.000 casos y volvemos a encontrar el corrimiento en la edad y [el hecho de que] los vínculos próximos actúan mucho más en sintonía con el consumidor que la madre. ¿Qué nos muestra esto? El trecho que recorre la persona que tiene un problema hasta que lo convierte en una consulta en el sistema de salud. Ese trecho lo recorre más rápidamente la madre, que es la primera que da una señal de alarma. Para que el paciente haga una consulta pasan diez años más. Antes no registra el problema ni lo registran sus vínculos próximos."
Realidad oculta
Para este especialista, la sociedad y muchos de los que tienen a su cargo la política sobre drogas en el país, ponen el énfasis en el adicto, aquel que tiene una sed irresistible de intoxicación. Sin embargo, los que determinan el perfil de morbimortalidad asociado con el consumo de drogas son los abusadores de sustancias.
"Pongámoslo así: nuestros índices de accidentes surgen del muchacho que tomó de más el sábado o el domingo, y a lo mejor tuvo un problema cuando cruzaba la calle -afirma-. No necesariamente del alcohólico, porque el alcohólico es detectado y se establecen los resguardos correspondientes. Tenemos una parte del problema sumergida. Tiene que ver con el uso recreativo de las sustancias psicoactivas, que no sólo son utilizadas por adictos, sino también por individuos en situaciones de riesgo, pero que no presentan todos los signos que identifican la adicción."
Míguez ofrece como ejemplo el tabaquismo en la adolescencia, que afecta a un tercio de los chicos. "Uno de cada diez es dependiente, la mitad quiso en algún momento dejar de fumar. Yo le pregunto: si usted tiene un chico de 14 años que quiere dejar de fumar, ¿adónde va? No está previsto. Nadie es «adicto» a los 14 años", dice, y enseguida agrega: "La sociedad de alguna manera banaliza los primeros trastornos, los considera una simple transgresión y reconoce el problema cuando ya es muy tarde. Por eso la detección temprana es crítica. Es en ese momento cuando uno tiene la posibilidad de intervenir con mejores perspectivas. Si la detección precoz no actúa, termina siendo la detección precoz de la adicción, y el problema oculto sigue navegando como una travesura sin demasiada importancia".
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION