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Medicina y Salud: FOBIA LA SUMA DE TODOS LOS MIEDOS
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Siondra  (Mensaje original) Enviado: 03/12/2009 14:22
De: Alias de MSN4704Paloma  (Mensaje original) Enviado: 20/02/2007 21:48
 

Fobia: la suma de todos los miedos


Mucha ansiedad, un terror desproporcionado e irracional y desesperación por evitar lo que los remece, sienten las personas que sufren una fobia. Algunas son llevaderas, pero otras pueden deteriorar la vida cotidiana o ser la manifestación de un trastorno psíquico mayor. Sin embargo, las fobias tienen solución. Y más simple de lo que se pudiera creer.

Con la colaboración del Sr. Boris Araos S.
Departamento de Psiquiatría de la Clínica Las Condes


Miedo. Quien no lo haya sentido, que lance la primera piedra. Está presente en cualquier rincón de nuestra vida, disfrazado tras cada momento en que surge la incertidumbre, lo desconocido o una amenaza. Miedo a la oscuridad, a los truenos y temblores, a un animal, a una persona sospechosa, a hablar en público, a que se caiga el avión en que viajamos... Pruebas cotidianas que enfrenta nuestra personalidad, a veces sin inmutarse, en otras sumiéndonos en oleadas de pavor y angustia.

Sentir miedo es normal. Lo impropio es que, ante cierto objeto o situación, alguien sienta un miedo excesivo, que no puede controlar, pese a ser consciente de que es irracional. Una reacción de ansiedad tan extrema, que puede causar una crisis de pánico o, al contrario, una evasión a toda costa del foco del temor. Ese descontrol es el que se conoce como fobia, trastorno de la que pocos –en mayor o menor grado- están a salvo de sufrir.

Son tantos los tipos de fobias (se han contabilizado más de 250), que es frecuente encontrarse con algún fóbico. Desde el que le teme a las arañas, perros o gatos hasta el que sube 10 pisos por la escalera para evitar el ascensor, pasando por quienes le tienen susto a las alturas, al encierro o a los espacios abiertos.

Como las fobias desencadenan conductas para eludir el estímulo, su presencia se hace compleja cuando la evasión provoca un deterioro importante en la vida del afectado, convirtiéndola en una verdadera tortura. Porque muchos pueden rehuir el contacto con el animal al que temen o limitar al mínimo la exposición al vértigo, pero no ocurre así con el ejecutivo con aerofobia que está obligado a vivir arriba de un avión, con el niño que es incapaz de asistir al colegio o con la persona que se niega a salir a la calle.

En ocasiones, las fobias pueden servir de pistas para advertir trastornos más profundos en la conducta. Porque pueden ser tanto un fenómeno aislado como también el primer eslabón de cuadros más serios como obsesión compulsiva, depresión o esquizofrenia. Es por eso, que en cada caso es necesario un diagnóstico diferencial por parte de un especialista.

Solución a la mano

La buena noticia es que gran parte de las fobias pueden ser superadas en poco tiempo. En alrededor de ocho sesiones de terapia se deberían conseguir progresos concretos, especialmente si se trata de fobias específicas o que no estén acompañadas de otro trastorno psíquico.

Esta certeza se basa en la existencia de efectivas técnicas terapéuticas, que entregan al paciente las herramientas necesarias para que vaya reaccionando con tranquilidad a las situaciones que lo afectan. Estas terapias incluyen el entrenamiento en técnicas de autorelajación, el desarrollo de la autoestima y confianza en sí mismo, así como la modificación de los pensamientos automáticos que surgen ante el estímulo indeseado (inoculación del estrés).

Junto a estas, la terapia más recurrente es desensibilizar en forma sistemática al paciente por medio de una exposición gradual hacia el objeto de su fobia. Por ejemplo, si una persona le teme a los pájaros, al inicio se le pide que piense en plumas, en distintas aves que vuelan a distancia y que de a poco se imagine las situaciones que provocan su ansiedad. Luego, en la medida que se va acostumbrando, se le pide que vea fotografías o películas sobre pájaros, que toque una pluma o vea un pájaro enjaulado a cierta distancia, hasta llegar al contacto directo con las aves.

Gracias a estos procedimientos es posible conseguir verdaderos "milagros". Desde lograr que un niño le pierda el miedo a subirse a una bicicleta hasta dejar de ruborizarse frente a una audiencia.

Porque así como aprendemos a fortalecer nuestras seguridades ante el entorno, también podemos ejercitarnos para superar una fobia. La sabiduría popular asegura que no hay mal que dure cien años. Y podemos agregar que las fobias, tampoco.

Descifrando las fobias

Según el manual estadounidense de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV), las fobias pueden ser clasificadas en las siguientes categorías:

- Fobia específica: es un temor constante y estable ante situaciones u objetos bien definidos. En este tipo se incluyen las fobias a la oscuridad, las alturas, los espacios cerrados o la visión de la sangre, entre tantas otras.

- Fobia social: es la que sufre alguien ante situaciones donde debe interactuar con otras personas y percibe una posible evaluación por parte de los demás, temiendo actuar de un modo que sea humillante o embarazoso. La más común es el miedo a hablar en público.

- Agorafobia: se refiere al temor a perder el control o sufrir un ataque de pánico en lugares o situaciones en las que el afectado cree que tiene pocas posibilidades de escapatoria hacia un lugar o persona que considera seguros. Generalmente, se vincula con el temor a los espacios abiertos, como también a los lugares que concentran multitudes (estadios, recitales, centros comerciales).

¿Cómo se crea una fobia?

Las fobias no son innatas ni hereditarias, sino conductas que desarrolla cada individuo durante su vida en función del entorno en el que se desenvuelve. Sus causas son de tres tipos:

- Por experiencias traumáticas, como accidentes o situaciones embarazosas para la persona. Por ejemplo, la fobia a los perros puede surgir por una mordedura durante la infancia.

- Por aprendizaje recogido de modelos significativos para la persona, especialmente los padres. Si un progenitor le teme a los ascensores es muy probable que un hijo adquiera la misma fobia.

- Por excesiva información catastrófica: el bombardeo de noticias nefastas puede influir sobre las personas más sensibles y derivar en fobia a la sangre, a los accidentes o a los aviones.



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