Si los padres no alimentan a su hijo, morirá; pero si no siembran amor en su corazón, irá semimuerto durante toda su vida, porque llevará un vacío afectivo en el alma.
Durante los primeros años el niño depende de sus padres, y sus únicos puntos de referencia con el mundo son la sonrisa de su madre y los brazos fuertes de su padre.
Su felicidad futura depende en gran parte de su presente. Su autoesti-ma y su seguridad futuras van a depender del alimento afectivo que le den sus padres en la niñez.
Si sus padres no le dan afecto, no llenan su corazón, más tarde en la adolescencia y en la madurez buscarán la felicidad donde no está. Aparecerán en su vida tres terribles enfermedades: el alcoholismo o la drogadicción, la violencia física sexual o emocional y la depresión.