Se estima que uno de cada cinco americanos estará afectado por alguna
alteración en forma de depresión durante el curso de sus vidas. La depresión es una enfermedad que puede afectar a cualquiera, independientemente de la edad, raza, clase social o género, y a veces se le llama "el resfriado común" de las enfermedades mentales. Aunque hay evidencias que sugieren que la depresión ha aumentado en las últimas décadas, en un estudio con un seguimiento de 40 años descubrió que la tasa global parecía permanecer estable, aunque el pico de depresión parece estar desplazándose hacia las mujeres menores de 45 años.
Depresión en mujeres.- En cualquier momento, del 5 al 9% de las mujeres estás, comparándolo con un 2 a 3% de los hombres. En un estudio, casi la mitad de las mujeres observadas habían experimentado depresión en algún momento de sus vidas y de ellas, la mitad habían buscado tratamiento. Las
mujeres también tenían más posibilidades de tener múltiples tipos de
depresión (distimia y depresión mayor).
Depresión en hombres.- La depresión no es rara en los hombres. De hecho, los chicoss tienen más probabilidades de estar deprimidos que las niñas de su misma edad. Un informe interesante sugirió que los hombres tenían también
más probabilidades de enmascarar su depresión usando alcohol, lo que podría resultar en una incidencia reportada de depresión menor, no de la incidencia real. Los estudios en los judíos Amish y ortodoxos, en los que no se usa el alcohol, informan de una incidencia igual en hombres que en mujeres.
Niños y jóvenes.- Los expertos estiman que el 2% de niños y entre el 4% y el 8% de jóvenes sufren de depresión. La incidencia más alta aparece en las chicas después de la pubertad, aunque la depresión en los chicos es mucho
más frecuente antes de la pubertad. Los síntomas de depresión en niños pueden diferir de los de los adultos y pueden evidenciarse sólo por informes de problemas en la escuela. Los estudios sugieren que cuando los niños y los adolescentes son tratados, se recupera hasta el 80%. Aún con todo, entre el 25 y el 50% de estos jóvenes presentan una reaparición de su depresión en los dos primeros años tras el primer episodio.
Ancianos.- Los estudios sugieren que, en general, un tercio de la población
anciana está deprimida ( de acuerdo con un estudio, sólo el 10%
reciben tratamiento) . El proceso de envejecimiento por si mismo no
parece ser la causa en todos los casos.
-Un estudio italiano indicó que las personas muy ancianas (de 90 años o más) no eran más propensas a deprimirse que los adultos jóvenes, siendo la tasa del 10% en ambos grupos.
- La severidad de la depresión en los ancianos puede estar estrechamente asociada con su capacidad funcional. En un estudio realizado en adultos que hacían rehabilitació n, casi la mitad estaban deprimidos, pero a medida que mejoraba su capacidad funcional, también mejoraba su estado de ánimo.
-Curiosamente, cuanto más pesimista es una persona mayor, menos probabilidad tiene él o ella de sufrir depresión. Estos individuos son más capaces de aceptar las experiencias negativas que aparecen con la edad que aquellos con una personalidad optimista.
-Cualquier persona que experimente vivencias negativas acumuladas, enfermedades físicas, la muerte de un ser querido, deterioro funcional, o pérdida de independencia puede llegar a deprimirse profundamente y los ancianos son los más propensos a estos sucesos. Sin embargo, sólo un 17% de los ancianos deprimidos son tratados adecuadamente.
Grupos sociales y económicos.- El pertenecer a un grupo socioeconómico bajo significa un riesgo mayor de depresión. El dinero, por supuesto, permite un mayor acceso a una buena atención sanitaria, pero este factor no explica la tasa más alta de depresión en la gente pobre. Todas las personas, independientemente del salario pueden sufrir depresión si no disfrutan de buena salud o están socialmente aislados. Las actitudes culturales occidentales que ligan los ingresos al estado social pueden jugar un papel significativo en la conexión entre pobreza y depresión.
-En un estudio británico, la pobreza o el desempleo aumentaron la duración de cualquier depresión preexistente, pero no parecieron tener ningún papel causal. Sin embargo, los sentimientos de inseguridad financiera causaban y prolongaban la depresión.
-Otro estudio describió que los mejicanos adultos que vivían en California que habían emigrado a América tenían la mitad de enfermedades psiquiátricas que los nativos Mejicanos-Americano s. Y cuanto más tiempo vivían en los EE.UU., mayor era el riesgo de problemas psiquiátricos. Por tanto, los efectos de la cultura tradicional Mejicana y los lazos sociales que en ella se establecen parecen proteger a los inmigrantes recién llegados de la enfermedad
mental, incluso siendo pobres. Sin embargo, eventualmente, las consecuencias de la americanizació n junto con la pobreza llevan a la depresión probablemente como resultado de sentimientos de aislamiento e inferioridad.