Un dolor profundo, visceral y permanente, que en ocasiones es invalidante y deja a quienes lo padecen tendidos en la cama sin respuestas a su estado. Esa es la realidad de quienes padecen la fibromialgia.
Tan incomprendida resulta esta patología que ni siquiera la comunidad médica ha logrado consensos para explicarla, ni tampoco tratamientos efectivos para su cura. Calificada como trastorno, enfermedad o síndrome, lo cierto es que es una afección reumática que se reconoce por un complejo cuadro de dolor muscular y esquelético en todo el cuerpo, que suele estar acompañado de síntomas como fatiga, trastornos de sueño, rigidez en extremidades, colon irritable y ansiedad, entre otras complicaciones.
Aunque en Chile sólo la padece entre un uno y dos por ciento de la población, según datos de Corporación de Fibromialgia de Chile, esta patología afecta de preferencia a la población femenina. Por cada hombre diagnosticado con fibromialgia, hay nueve mujeres que viven con esta enfermedad.
Reconocer, aceptar, controlar.Los pacientes con fibromialgia saben bien de su complejo diagnóstico y tratamiento, pues han pasado por distintos exámenes y especialidades médicas sin obtener respuestas concluyentes. Pero entre el peregrinar por distintas consultas, está el apoyo complementario de otra especialidad; la psicología del dolor. Es que los psicólogos especialistas en esta área están preparados para ayudar a sus pacientes a reconocer, aceptar y controlar el dolor que altera su vida.
Al respecto la psicóloga Marcela Toro explica: “Esta disciplina estudia el comportamiento del sujeto en el dolor, lo que le permite identificar los factores que potencian la cronicidad del dolor, así como aquellos elementos protectores con los que cuenta el sujeto para combatirla”, afirma.
Ante las comprensibles aprehensiones de estos pacientes, la psicóloga Marcela Toro aclara dos aspectos del apoyo psicológico que sin duda agradecerán: la terapia es breve y va directo al problema específico del dolor. Así la psicoterapia para la fibromialgia se orienta a la aceptación del dolor, pues su negación y rebeldía sólo genera estrés y dolor acrecentado; a la apertura a la experiencia, como un complemento a la aceptación del problema; a aceptar y reconocer las limitaciones de la enfermedad y, por último, a un compromiso personal para vivir acorde a las circunstancias y limitaciones de esta enfermedad. Aquí, Marcela Toro acota: “Este último punto busca aclarar que el trabajo de la aceptación no es semejante a quedarse con el sufrimiento, ya que la aceptación evita la pugna con el dolor y evita la angustia y limita la cronicidad”, aclara la psicóloga del centro de salud mental Psiquesalud.
Pero cómo el apoyo psicológico se traduce en un avance efectivo para tratar la fibromialgia y no en un eslabón médico más sin aportes concretos. La psicóloga Toro lo explica: “Es fundamental que el trabajo terapéutico centre la atención en el aprendizaje de la convivencia con el dolor. De esta manera, el primer paso para controlarlo es aceptar que el dolor puede formar parte de mi existencia y por tanto de la existencia de aquellos que me rodean. Al asumir el dolor se aprende a identificar aquellos factores que lo mejora o empeora, y es desde ese lugar que se pueden generar cambios cualificables y cuantificables en la enfermedad. Por lo anterior, es necesario recalcar que la aceptación del dolor en sí es una herramienta terapéutica que permite generar control del padecimiento y mitigar los efectos de éste”, concluye.
Por último, la psicóloga Marcela Toro da cuenta de técnicas complementarias que han mostrado eficacia en el trabajo de personas con fibromialgia:
• La meditación, relajación, la respiración controlada y el biofeedback.
• Distracción del dolor, anteponer acciones preestructuradas ante la oleada de dolor.
• Las técnicas operantes de potenciación de actividades permiten recuperar al límite actual nuestras capacidades.
• La hipnosis es otra herramienta que incide directamente en la percepción del dolor.
• Las técnicas de asertividad y el entrenamiento en habilidades sociales permiten enfrentar los cambios sociales derivados.
• Acupuntura.
• Piscina temperada, aeróbica y Pilates.
Marcela Toro
Psicóloga