Hay veces que nos suceden cosas que nos dejan tambaleantes, como si la tierra estuviera sacudiéndose bajo nuestros pies.
Nuestro sentido de seguridad está siendo retado, y la tendencia natural es tratar de aferrarnos a lo que tenemos.
Pero éste terremoto interior es tanto necesario como tremendamente importante.
Si lo permitimos, uno emerge de los escombros más fuertes y más disponible para nuevas experiencias.
Hay que tratar de observar éstas crisis con desapego, casi como si estuviera sucediéndole a otra persona.
Decir si al proceso, y encontrarnos con él a medio trayecto.
Después del fuego, la tierra se reabastece.
Después de la tormenta, el aire es claro.
Después de la fría noche, el sol siempre sale, ilumina y calienta.