No tener fallas internamente es el objetivo último de un camino espiritual. Es como ser un diamante; su valor depende de la forma perfecta en la cual fue lapidado. La transformación en el ser vuelve la piedra en una hermosa joya. Mientras caminando en este camino espiritual, cada escena, cada obstáculo, cada alegría y tristeza se vuelven los medios para cambiar la fea piedra en un pequeño sol. Así, no se deben temer los problemas - ellos nos están ayudando a ser mejores y más bellos internamente.
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