El maestro se detuvo en una esquina, miró hacia arriba, hacia los pisos superiores de los edificios, interesado en las palomas que se paseaban por las cornisas de estos. Luego dirigiendo una mirada inquisitiva a su discípulo dijo:
-¿Por qué necesitas validar tus acciones con motivaciones racionales?
-Necesito saber el por qué de las cosas para así poder entenderlas mejor
-¿Quizás seria mejor comprender el hecho de que solo son, sin necesidad de de buscar un por que a su existencia?
-¿Por qué maestro?
-Porque así tendrías más tiempo para disfrutarlas...
El maestro continuó su camino, su discípulo se quedó en la esquina mirando a las palomas y tratando de entender por que movían la cabeza al caminar, sin notar lo graciosas que se veían, el maestro solo se limitó a sonreír.