Jueves 21 de mayo del 2009 Soy libre para soñar y cumplir mis sueños. Libre Mi libertad física es valiosa para mí. Aprecio la habilidad de ir y venir como me plazca y nunca doy esto por sentado. La libertad espiritual es aún más importante para mí. Mi mente está libre para planificar y soñar sin límites. Puedo llevar a cabo lo que sueño. El Dios morador es mi inspiración para establecer mis objetivos y mi sabiduría para poder alcanzarlos. Ayudo a los demás a ejercer su libertad alentándolos a tener éxito e inclusive a superar lo que ellos creen que es posible. La libertad del Espíritu en cada uno de nosotros nos da el poder de ser y hacer. Al contemplar el Espíritu del Cristo en mí y en los demás, veo el potencial ilimitado en nosotros y la libertad absoluta que es inherente en nuestra semejanza con Dios. “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”—Gálatas 5:1

Sábado 23 de mayo del 2009 Centrado espiritualmente, prosigo con el plan divino. Centrado Aunque me sienta satisfecho en mente y corazón cuando reflexiono sobre mi pasado, el Espíritu de Dios me alienta a continuar adelante. Centrado espiritualmente, no baso mis expectativas en el pasado —qué sucedió, con quién estaba, qué hice o dije. Los recuerdos pueden proveer inspiración o discernimiento, pero no permito que me restrinjan. En meditación devota, recibo nuevas revelaciones de inspiración divina. Veo limitaciones pasadas. Reconozco que tengo recursos, fortaleza y discernimiento. Mi comprensión se expande más allá de lo que yo hubiera generalmente considerado. Lleno de energía e ideas nuevas, me centro espiritualmente. En armonía con el Espíritu, de Dios prosigo con el plan divino. “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz, ¿no la conoceréis?” —Isaías 43:19

Domingo 24 de mayo del 2009 Me siento vigorizado y listo para emprender el día. Luz del Cristo La luz del Cristo brilla en mí, revelando que cada desafío es una oportunidad para que yo dé expresión a la sabiduría divina que es la esencia de mi existencia. Consciente del espíritu del Cristo morador, no presto atención a los retos e inquietudes que aparecen durante el día. Comienzo cada mañana nuevamente, vigorizado y listo para emprender el día. Para mantener el ímpetu, pongo cualquier preocupación o aprensión en la luz del Cristo. Afirmo: Cristo en mí es más poderoso que cualquier reto a mi mente y cuerpo. Mi pensamiento es claro. Mis conversaciones son significativas. Mi cuerpo es vigorizado. Tengo confianza y valor. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”— 2 Corintios 4:6