Llegando a casa de un fin de semana largo me encontré en la cocina con unos plátanos olvidados. Tenían algunas pecas y amenazaban con ponerse negros de un momento a otro. Habían impregnado el ambiente con su olor y pensé que tenía que hacer algo con ellos. Debo confesar que los plátanos no me gustan en particular, pero botarlos me parecía una solución extrema. Luego, se me ocurrió usarlos en una receta clásica de mi tierra natal que aprovecha los plátanos casi pasados: el pan de plátano.
Muy común en Estados Unidos para acompañar el desayuno o como snack, tiene la gracia de ser bajo en grasa debido a que se utiliza buttermilk como ingrediente; es decir, la leche que se separa de la nata al hacer mantequilla (suero de mantequilla). Como en Chile no se vende aún comercialmente, se puede utilizar como sustituto yogur natural o leche cortada con limón.
Con estos elementos mi pan de plátano quedó sorprendentemente rico, hasta para mí que no soy una fan. Para hacerlo necesita 2 huevos; 1/2 taza de azúcar; 1 taza de plátanos molidos con tenedor (3 unidades aprox.); 1/3 taza leche cortada con 1 cucharadita de jugo de limón (dejar reposar por 10 minutos); 1 cda. de aceite vegetal; 1 cda. de extracto de vainilla; 1 taza de harina; 4 cdtas. de polvos de hornear; 1/2 cdta. de bicarbonato; 1/2 cdta. de sal.
Precalentar el horno a 170° C y aceitar un molde de pan. Batir los huevos y el azúcar en un bol grande hasta que esté espeso y liviano de color. Agregar los plátanos molidos, la leche, el aceite y la vainilla. Espolvorear la harina, polvos, bicarbonato y sal sobre la mezcla y batir sólo hasta que esté todo combinado. Verter en el molde preparado y hornear por una hora (un cuchillo debe salir limpio del centro). Desmoldar y dejar enfriar antes de servir.
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