Un papá judío envió a su hijo a uno de los colegios más caros de la colectividad judía. Pero Samuel no daba pie con bola. Las notas del primer mes fueron pésimas. Las malas calificaciones se repetían un mes tras otro.
- ¡Samuel, escúchame bien!, le dijo un dia el padre, ¡si el próximo mes tus calificaciones y tu coprtamiento no mejoran, te voy a mandar a un colegio católico!.
Al mes siguiente las notas de Samuel fueron una tragedia. Su padre cumplió su palabra. A través de un rabino cernaco a la familia se contactó con un obispo que recomendó un buen colegio católico. Allí fué enviado Samuel.
El primer mes las notas de Samuel fueron muy altas y su comprtamiento ejemplar. Al segundo mes las calificaciones fueron aún mejores. El padre sorprendido pregunta a Samuel:
- ¿Qué es lo que pasa que te va tan bien en esta escuela?
- Mira papá. en el primer día de clases me presentaron a todos los compañeros y a todos los profesores. Luego, por la tarde fuimos al templo y cuando entré, vi un hombre crucificado con clavos en las manos y en los pies, con cara de haber sufrido mucho y todo esnsangrentado. Pregunté quién era él y un alumno de los cursos superiores me respondió:
"Él era judío como tú". Entonces me dije: ¡Coño Samuelito, a estudiar que aquí no se las andan con chiquitas!