SE PUEDE CRECER ESPIRITUALMENTE
"La madera vieja quema mejor, el caballo viejo es mejor para montar, los viejos libros nos deleitan más, el vino añejo sabe mejor, así son los viejos amigos en los que podemos confiar".Leonardo Wright
El crecimiento espiritual se produce cuando dejamos atrás las conductas infantiles e ingresamos en la madurez espiritual, lo que nos permite, entre otras cosas, admitir con serenidad nuestra mortalidad, así como gozar de salud mental y estabilidad emocional.
Para que esto pueda ser alcanzado, son necesarias ciertas condiciones.
La primera de ellas es tener una percepción correcta de la realidad, dado que ello condiciona nuestras emociones y acciones. Debemos mantenernos en contacto con la realidad y estar seguros de que nos damos perfecta cuenta de lo que está ocurriendo, porque suele suceder que nos engañemos, creyendo ver lo que no existe.
En segundo lugar, tenemos que asegurarnos de ver también bajo una perspectiva correcta nuestro pasado, dado que muchas veces la manera con que encaremos el presente depende de cómo interpretamos nuestro pasado. Si guardamos rencor hacia otras personas o nos odiamos a nosotros mismos por hechos que sucedieron en el pasado, debemos superar esta situación antes de poder afrontar el presente con optimismo. Tampoco debemos dejar que el hecho de que en el pasado hayamos fracasado en algo, nos haga pensar que eso nos convierte en fracasados para toda la vida.
En tercer lugar, debemos contar con un sistema de valores actualizado de acuerdo con la realidad presente de nuestro ambiente y de nuestro yo interior.
Es común que el sistema de valores que nos inculcaron en nuestra infancia quede desactualizado a medida que las circunstancias exteriores cambian, así como también lo hace nuestra personalidad. En el primer caso tendremos conflictos con el medio y en el segundo, conflictos internos entre lo que nos enseñaron y lo que ahora pensamos. Debemos contar con un sistema de valores flexible, que se modifique a medida que avanza nuestro crecimiento y se modifica nuestro entorno.
Elizabeth Arango |