Cada amanecer
Cada amanecer los seres humanos abrimos los ojos para enfrentarnos a otro día más.
La mañana se va llenando de un taconeo que marca la carrera veloz de la gente que marcha hacia sus tareas diarias.
Las calles se llenan de estudiantes, trabajadores y gente desempleada que se afanan por llegar al lugar esperado.
Tanta es la prisa que el tiempo no es suficiente para detenernos a mirar el interior del ser humano que nos rodea.
Nuestros ojos se conforman con fijarse en el exterior solamente.
Recordamos el largo de una falda, la marca del pantalón, el color de la piel.
Comentamos el gesto huraño de algún compañero sin buscar la causa que lo provocó.
Transcurre el día y no hemos mirado el interior del amigo que nos acompaña diariamente.
Deberíamos jugar a descubrir lo hermoso de la gente.