"Estamos criando vagos"....
Por Cesar Mella Mejias.
Psiquiatra y Profesor de Bioética.
> ¡Sí! Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela.
> Se levantan irritados o molestos pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono celular o conectado a la Internet.
> No se ocupan de que su ropa esté limpia, de bañarse y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'.
> Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus Padres a los cuales acusan a diario de que 'están pasados'.
> No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.
> Hay que darles su 'semana' o mesada, de la que se
quejan a diario porque 'eso no me alcanza' sin ponerse a pensar de donde es que sale el dinero.
> Si son bachilleres, siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo o habiendo fumado un pito de marihuana.
> Definitivamente estamos rendidos como adultos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un buen trabajo hay que seguir manteniéndoles.
> No recibe ni siquiera cariño alguno o respeto como retribución.
> Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza.
> ¿En que estamos fallando?
> Para los nacidos antes de los años ochenta el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y
repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de
costura la ropa que elaboraba nuestra madre o teníamos un pequeño salario en la Iglesia en donde ayudábamos a oficiar la Misa cada mañana.
> Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado: '¡Yo no quiero que mi hijo pase las penas y trabajos que yo pasé!'.
> Nunca han conocido la escasez, se criaron desperdiciando todo, a los 10 años ya habían ido a Disney World dos veces cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El 'dame' y el 'cómprame' siempre ha sido generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido que luego queríamos que fuera un hogar.
> Al final se marchan al exterior, a la conquista de una
pareja y vuelven al hogar divorciados o todos juntos porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva vida.
> ¡Aprendan!
> Los que tienen hijos pequeños pónganlos los días domingo a lavar los autos y a limpiar sus zapatos, limpiar los vidrios de la casa, cortar el césped, lavar loza, barrer, arreglar sus recámaras que parecen chiqueros y si quieren, pueden dar un pago simbólico a su comedimiento, con esto se genera una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar.
> Que algo les cueste.
> Las hijas deben desde temprano aprender a manejar el
hogar para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles y porque ellas deben tener una conciencia más amplia del orden y de la prosperidad del hogar.
> La música metálica, los conciertos, la televisión, la
moda y toda la electrónica de la comunicación han creado
un marco de referencia muy diferente al que nos tocó.
> Estamos compelidos a revisar por los resultados si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto que hemos dejado el cuidado de nuestros hijos en manos de la empleada doméstica o de los abuelos que también ellos ya no son como antes y en un medio ambiente cada vez mas deforme.
> Ojala que este mensaje llegue a los que tienen 'muchachos chiquitos' pues ya los abuelos están pagando la transición...
Cesar Mella
Psiquiatra