VALPARAISO.- Cuando el 17 de enero pasado Sebastián Piñera ganó la segunda vuelta presidencial, más de alguien pensó que la ceremonia de traspaso de mando sería un momento histórico, ya que se pondría fin a 20 años de gobiernos de la Concertación.
Pero esa noche nadie imaginó que tres intensos sismos se robarían la atención de gran parte de los asistentes a un acto que, como todo gran evento, había sido preparado cuidadosamente.
Cuando sólo faltaban 21 minutos para que el Presidente electo ingresara al Salón de Honor del Congreso Nacional, un sismo de 6,9 grados Richter -la réplica más fuerte desde que ocurrió el terremoto del 27 de febrero- hizo temer lo peor. El pánico y la desesperación se apoderaron de varios de los invitados a la ceremonia, especialmente al constatar que las comunicaciones telefónicas eran imposibles.
"Fue muy fuerte, muy fuerte. Me dicen que fue de 7.2 grados en la Escala de Richter, eso es muy fuerte", relataría una hora más tarde el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien se desplazaba con dificultad por los pasillos del Congreso debido a una operación que lo obliga a caminar con muletas.
Los nervios también alcanzaron a los mandatarios de Paraguay, Fernando Lugo; de Bolivia, Evo Morales; y de Colombia, Álvaro Uribe, quien incluso fue fotografiado tratando de abandonar la sala. Todos ellos, al igual que el Príncipe Felipe de Borbón, miraban el techo con la boca abierta tratando de adivinar si éste caería sobre sus cabezas.
El mismo temor sintió el público apostado en las galerías. Allí, carabineros que resguardaban el orden debieron evacuar a mujeres embarazadas y otras que estaban a punto de llorar, sobre todo al constatar que los movimientos telúricos seguían remeciendo el piso.
El único que parecía más tranquilo era el Presidente peruano, Alan García. "Algunos no tienen costumbre, el (gobernante) uruguayo (José Mujica), para él es una novedad, pero para un limeño es cosa frecuente (...). Para mí fue un honor compartir un sismo con el pueblo de Chile", aseguraría después.
Mientras algunos tenían miedo a los posibles daños a la construcción, otros temían que se suspendiera la ceremonia. Por eso, en un intento de apaciguar los ánimos, las autoridades del Senado pidieron mantener la calma a la espera del arribo de la Mandataria saliente, Michelle Bachelet, y su sucesor. Afuera, en tanto, la alerta de tsunami decretada desde la IV a la X Región hacía que decenas de porteños subieran a los cerros.
Al final, el traspaso de mando se realizó, pero sin el discurso que el Presidente Piñera había preparado y revisado hasta el último detalle. Tampoco hubo el tradicional almuerzo en el Palacio de Cerro Castillo, debido a que el gobernante quiso trasladarse inmediatamente a Rancagua, ciudad cercana al epicentro.
Al menos el Mandatario boliviano se llevó algo para contar en su país: "Quería conocer los sismos", confesó. Y vaya que los sintió.
¡Chile tiene un nuevo presidente y también nuevas réplicas, sigue temblando!