Un discípulo fue en busca de su maestro en su lecho de muerte para recibir sus últimas enseñanzas y mensajes. Después de agradecerle las enseñanzas que le había dado a lo largo de los años, el discípulo rogó al maestro que le dijera si tenía todavía algún secreto que pudiera ayudarle a ser feliz.
El maestro fijó sus ojos en él y le invitó a que se acercara y le mirara la boca.
- ¿Ves mi lengua?, le preguntó.
- Sí, la veo, respondió el discípulo.
- ¿Tengo todavía dientes?, siguió preguntando el maestro.
- No, no los veo.
- Bien -prosiguió el maestro- ¿Sabes por qué se han caído los dientes y no la lengua?
El joven, un tanto confuso, respondió:
- Supongo que la vejez y el paso de los años han causado la caída de los dientes.
- No -concluyó el maestro- los dientes se han caído porque son duros y rígidos, y la lengua sigue ahí porque es flexible y ha sabido adaptarse. Ahora ya sabes todo lo que vale la pena saber.
Son más seis mil millones de habitantes. Lo suficiente para dar una mirada por diversos ojos, distintas expresiones, un Planeta- tierra llena de contrastes y colores.
¡Les deseo un buen día, la gratitud es una invisible cadena de amor y amistad, es aquella maravillosa cadena que me ata a ustedes, gracias por existir en mi Vida!