Escucha, escucha ahora que es la niebla;
su ademán invencible, su desdén por las cosas.
Escucha como rompe el corazón caído,
llegando en telarañas a los ojos.
Como árbol enterrado al pie de grandes ríos
deja rostros, otoños,
corolas donde duerme una lanza inmortal
y nos desgasta ahora
el modo de mirar,
la débil ilusión de seguir alentando encima de la muerte.
Escucha en sus espumas de color venenoso,
sonidos de marismas repentinas.
Alguien desaparece
-quizás tú, quizás yo podamos serlo-
descarnado de pronto por crueles minerales.
Escucha sus aullidos entre la blanda niebla.
Sufre. Somos nosotros.
¿Oyes tu corazón que la jauría acosa?
Nosotros vamos solos, pronto a exterminarnos,
envueltos por la niebla;
más detrás de grisáceos follajes mortecinos,
a través de su piel secular,
en las agrias vertientes que por ella circulan,
recobramos un perfil indolente,
signo de un leve paso por la tierra,
señal de persistentes nostalgias vagabundas.
Miguel Ángel Gómez.
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Para que les voy a decir como esta el dia, con solo ver el poema,
pues creo que ya lo entienden, en fin voy con algo, pues tengo que
marcharme al veterinario...mi gatita esta mal...espero se me ponga
bien, feliz dia corazones.