La Soledad
Una noche, una gran tormenta visitó aquel sitio,
y Almustafá y sus discípulos, los nueve, entraron en la casa
y sentáronse ante la chimenea encendida.
Y estaban tranquilos y silenciosos.
Luego, uno de sus discípulos dijo:
Estoy solo, maestro,
y los cascos de las horas golpean pesadamente en mi pecho.
Y Almustafá se puso en pie en medio de ellos y dijo,
con una voz que era como el sonido del viento fuerte:
¡Solo! ¿Y qué con ello? Solos habéis venido al mundo
y solos pasaréis a formar parte de la niebla.
Por tanto, bebed vuestra copa a solas y en silencio.
Los días del otoño han dado a otros labios otras copas,
y las han llenado de vino amargo y dulce,
así como han llenado vuestra copa.
Bebed vuestra copa a solas, aunque os sepa,
a vuestra propia sangre y a vuestras propias lágrimas,
y alabad a la vida por el donde la sed.
Porque sin la sed vuestro corazón no es sino la playa desolada,
sin cantos y sin mareas.
Bebed vuestra copa a solas y bebedla con exclamaciones de alegría.
Alzadla muy por encima de vuestra cabeza
y bebed de un solo trago, a la salud de quienes beben a solas.
Una vez busqué la compañía de los hombres
y me senté con ellos a sus mesas de banquete
y bebí mucho con ellos; pero, su vino no se me subió a la cabeza,
ni fluyó hasta mi pecho. Sólo bajó hasta mis pies.
Mi sabiduría se quedó seca
y mi corazón permaneció encerrado y sellado.
Solamente mis pies los acompañaron en medio de su niebla.
Y no volví a buscar la compañía de los hombres
ni a beber vino con ellos sentado a sus mesas.
Por tanto, yo os digo que, aunque los cascos de las horas
golpeen pesadamente en vuestro pecho, ¿qué con ello?
Bien está que bebáis vuestra copa de tristeza a solas,
y vuestra copa de. alegría también la beberéis a solas.
KHALIL GIBRÁN EL JARDÍN DEL PROFETA
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