Me he dado cuenta al verte, tumbado en el pasillo, echado con la mirada perdida, que tus ojos carecían de brillo.
No se si porque te estabas durmiendo, parecía que pensabas, que estabas en un lugar lejano, criando a tu propia manada.
A veces si te comprendo pero también a veces olvido, que no basta tan solo con darte un poco de cobijo.
Porque en mi ajetreada vida tu siempre has estado, sirviéndome tu lomo, o lamiéndome las manos.
¡Cuantas veces mis lagrimas fueron derramadas sobre tu pelo! ¡Y como tus ojos tristes comprenden el sufrimiento!
Y emprendimos la misma lucha, intentando hacer comprender que, aun con tus dimensiones, tu también sabes querer.
No sabes como lamento, haber podido olvidar, que aunque hemos seguido creciendo, todavía podemos luchar.
¡Que sabia la frase que dice que solo te falta hablar!
Me he dado cuenta de repente, al verte tan distraído, que, seguro, echabas de menos tanto mis abrazos, como yo tus ladridos.
Autor desconocido
Los animales nos dan continuamente lecciones de amor,
cariño, amistad, valor, paciencia, compañía y ganas de vivir la vida.
Pero sobre todo, es su inquebrantable fidelidad,
lo que les hace únicos e irrepetibles y dignos de todo nuestro respeto y consideración.
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