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General: MESTRE EN LA MEMORIA
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De: Siondra  (Mensagem original) Enviado: 11/05/2010 23:37

Grabar, grabar, qué graba este grabador nombrado Juan Carlos Mestre, oh verbo que dice arte de señales mediante la incisión, grabar que es pulsar plumas labradoras hacia lo hueco perdurable, grabar y representar y quedarse vigilante de la mordedura ácida sobre la lámina, inscribir, estampar, dejar fijo en nuestro ánimo un sentimiento, un recuerdo que temblará como el ala de un pájaro aterecido, grabar, y qué sueños llevará grabados en su corazón siempre adolescente este creador que amamos y nos ama, Juan Carlos Mestre, grabador en el metal en el humo en los pañuelos que se alejan en el pequeño tren de nuestro pueblo.

Los que hemos visto nacer a Mestre y decidirse por la religión de la belleza, sabemos que en sus versos está el fruto integral de la poesía, y ese pan es el mismo pan cuando en vez de palabras nos entrega imágenes: grabados, esta vez, que sentimos como una incisión en la carne

Antonio Pereira

 

Domador de constelaciones, Mestre linda con el eco y las nubes.
Coleccionista de atardeceres, su casa es aleph de sucesos amables, una casa habitada por una rosa tímida, una luna diurna y aves como palabras.

Los domingos, saca de su pañuelo -un nido de canicas- un río que es como un tren eléctrico dando vueltas y más vueltas
por ese aleph que es la casa de Juan Carlos Mestre.

También hay un arco iris, y un tigre devorador de lirios, y un sacapuntas pacifista, y una licuadora de metáforas, y una ventana que cambia a cada instante de paisaje, y una ballena bonsai, y la lluvia ascendente, y unas paralelas enamoradas, y un biombo que cuando lo despliegas es el Bierzo, y la sombra de oro de una pantera, y la voz aún no pronunciada, y el perfil sin frente, y un sueño dentro de otro sueño, y el insumiso de la Anábasis, y una caja de adjetivos de colores, y un plumier de verbos niños, y Alejandra levitadora.

Juan Carlos Mestre es vecino de un caballo de bronce que baila como la cabra loca de los gitanos cuando él se lo ordena.

Oh, Mestre, pintor de cámara de unicornios y arcángeles, paisajista del infinito movimiento. En la carpa de la ingravidez, el circo de las líneas diseña el principio de todos los amaneceres.

Oh, Mestre, grabador del mar, herrero del viento, funambulita de emociones, valedor de lo imposible.

Juan Carlos Mestre es poeta, un poeta que tiene gestos de grabador, dinámica de grabador, peces voladores de grabador, palomas submarinas de grabador, auroras boreales de grabador, un cocodrilo esmeralda de grabador. El sueño del grabador, y el corazón al aire.

Rafael Pérez Estrada

BOSQUE DE JUAN CARLOS MESTRE
por: Jorge Riechmann
 

Mestre come los pezones silvestres del manzano
y se convierte en tejón
y se envenena,

come los dulcísimos arándanos secretos
y se convierte en nutria                                                             

 


y se envenena,

como el veneno cerebrado de los hombres
y se convierte en pastor
y salva el bosque,

el bosque iluminado de su hija.

...no sé bien porque me sucede esto pero cuando comienzan a despojarse los árboles de sus vestiduras de hojas, la poesía la tengo impregnada en la piel, en los ojos, en las manos...entonces la nostalgia otoñal de los viejos poetas, los poetas queridos, admirados, ausentes, los jamás vistos se presentan como fantasmas en mis sueños, en mis textos, en mi laberinto humano de pensamientos un tanto incoherentes para este mundo tan aceradamente indiferente...a lo lejos escucho la voz de Mestre que dice:..."me persigue un oficio solitario, vigilar toda la noche una gacela, hablar sin seducir, no poseerla...y verla irse oscura al diccionario...

Paloma



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