El bosque es un lugar poblado de árboles de distintas especies y edades. Además de dar cobijo a muchos animales, los bosques producen el oxígeno que necesitan todos los seres vivos.
Alguna vez, en una tarde del caluroso agosto, quizás te hayas internado en un bosque, buscando su fresca sombra, un hallazgo sorprendente o, en uno de sus claros, el zarzal que guardaba para ti, entre sus espinas, las negras moras con que llenaste tu pañuelo.
También los poetas y artistas han sentido siempre la atracción del misterioso ámbito del bosque. Su imaginación ha creído ver en las umbrías la secreta residencia de héroes y heroínas, de elfos, gnomos, hadas y brujas.
Durante el Romanticismo, poetas, músicos y pintores alimentaron su inspiración con la legendaria presencia de los árboles. El poeta alemán Friedrich Hölderlin vio en los bosques el símbolo de la sociedad libre y dichosa que ansiaba. Inspirándose también en ellos, el músico Richard Wagner reflejó en su ópera Siegfried los mágicos murmullos del bosque.
Tampoco los poetas contemporáneos han dejado de acudir a la cita con los árboles. El modernista Rubén Darío hace de los pinos un símbolo de la cultura mediterránea; Antonio Machado envuelve con una mirada subjetiva los árboles del paisaje castellano, y Luis Cernuda transforma un árbol en mudo oyente de sus reflexiones durante su exilio inglés.

Fragmento Siegfried