Por Jane Brody, The New York Times News Service?
Las personas de estatura normal o superior al promedio pudieran sentirse inclinadas a dar por hecho, como lo expresaba esa tonta canción de Randy Newman, que “La gente menuda no tiene razón de vivir. La gente bajita no tenía nadie a quién amar”.
Como alguien que nunca rompió la marca de los 1.52 metros, puedo asegurar que la mayoría de las suposiciones sobre la gente de corta estatura son meramente eso, suposiciones. A continuación presento algunos hechos.
- Los niños que naturalmente son de menor estatura no son menos competentes o inteligentes socialmente que los niños de mayor estatura.
- La corta estatura no fue obstáculo para personas como Yuri Gagarin, quien con su 1.55 metros de altura fue el primer hombre en el espacio; el actor Danny DeVito o el cantante pop Prince, ambos de 1.57metros; el ex secretario del Trabajo Robert Reich, con apenas 1.47m; o George Stephanopoulos, corresponsal de televisión y anfitrión de un programa, con apenas poco más de 1.50 metros.
- La gente bajita puede dirigir países (aunque no necesariamente bien): Napoleón, César, Hitler, Mussolini, Stalin, Franco.
- La baja estatura no es impedimento para el éxito financiero: Ross Perot y Michael Bloomberg.
- Incluso el baloncesto profesional está al alcance: Spud Webb, con 1.68 metros, y Muggs y Bogues, con apenas 1.60.
Estos ejemplos pueden hallarse en un nuevo y encantador libro con carácter informativo, “Short: Walking Tall When You’re Not Tall at All” (“Caminando con estatura cuando no eres alto para nada”), de la editorial Roaring Brook Press, escrito especialmente para adolescentes (y yo esperaría que sus padres también lo lean) por un colega del New York Times, John Schwartz, quien está en las alturas con su 1.60 metros de estatura.
Schwartz es un hombre gracioso y talentoso, altamente exitoso en su carera y su vida, casado con su novia de la universidad, padre de tres hijos. Si bien se muestra honesto con respecto a los ocasionales desafíos que enfrentó cuando crecía en el “alto” estado de Texas, su libro también es alentador, presentando hechos bien investigados y experiencias de vida que contrarrestan mitos e información engañosa asociada con tener baja estatura, particularmente entre niños y hombres.
Cuando era niña, no encaré los mismos insultos que a menudo eran dirigidos a niños bajitos por parte de los más altos e inseguros. Más bien, me clasificaron como “peque”. Ya adulta, como jugaba tenis duro y rápido con hombres, me apodaron Chiquita Poderosa.
En la escuela primaria, me sentaba hasta delante en la clase y era la primera de la fila. La cercanía con el profesor terminó siendo de gran provecho para mi educación académica. En grandes grupos, podía abrirme paso colándome hasta el frente del grupo. O podía ocultarme con facilidad entre la muchedumbre, si deseaba oír pero no ser vista.
Cuando era estudiante y después como profesional que deseaba ser notada, sabía que tenía que ser asertiva, lo cual reforzó mi personalidad y afinó mi agudeza mental. Y si bien eso irritaba a mis altos amigos, todos mis novios formales y el hombre con quien casé fueron al menos 30 centímetros más altos que yo.
Cuando viajo en avión, me puedo sentar cómodamente en clase turista y ahorrar mi dinero y mis millas para aventuras con una mayor recompensa. Siempre hay un alma amable que coloca mi maleta de mano en el compartimento superior.
Reconozco que existen desventajas, como sentarse justo detrás de una persona alta en algún evento o acto. Así que en el teatro y salas de concierto, opto por asientos en el palco más bajo, más bien hacia uno de los extremos, o solicito un aumento para el asiento.
En salas de cine, he llegado a cambiarme de asiento más de una vez o me he sentado sobre mi abrigo, aunque algunos consideradas personas de más de 1.80 metros me ofrecen quitarse si obstruyen mi vista.
Cuando hablo con gente realmente alta en una reunión, les pido sentarse para que así no tenga que torcer mi cuello y ellos no tengan que inclinarse para que los oiga.
El mostrador de mi cocina fue construido 15 centímetros más bajo de lo acostumbrado para facilitar la preparación de alimentos, y mantengo al alcance de mi mano artículos empleados con frecuencia. Los banquitos y “alcanzadores” a lo largo de la casa se emplean para los anaqueles más altos.
Cuando doy conferencias, solicito un pequeño podio o una base de 15 cm detrás de uno alto. He dado discursos parada en charolas de servicio, cartones de leche, bloques usados en aulas y banquillos de bar en ceremonias por el mitzvah.
Si tengo una persistente queja es que las mujeres altas la tienen mucho más fácil para encontrar ropa de moda y elegante. Prácticamente todo lo que compro tiene que ser cortado más tarde. Sin embargo, en los últimos años una amiga bajita y yo nos hemos deleitado con un descanso de la moda: pantalones capri, que en su mayoría nos quedan tan bien como los largos. Por décadas, ahorré dinero usando los shorts que mis hijos dejaban y sudaderas parra actividades deportivas.
Los hechos, hombre
La idea en el sentido que “los niños bajitos tienen problemas sociales”, en las palabras de Schwartz, es un mito mayormente, acogido en buena medida por fabricantes de la hormona del crecimiento humano.
“Cuando los laboratorios Eli Lilly le estaba diciendo al gobierno estadounidense que deberían permitirle vender su hormona del crecimiento a niños que sencillamente eran pequeños”, escribe, “presentó estudios que supuestamente demostraban que los niños menudos son propensos a las provocaciones y actos de intimidación, así como a la exclusión y sufren de aislamiento social?
, amén de la percepción que son menos competentes”.
No obstante lo anterior, David E. Sandberg, psicólogo en la Universidad de Michigan, informa que “los niños bajitos de hecho enfrentan muy bien el hecho de ser menudos”. En un estudio entre cientos de niños en el área de Búfalo, Sandberg encontró que no había un verdadero problema con ser bajo de estatura y “que una alta estatura tiene pocos beneficios”.
En un resumen de su investigación, Schwartz escribe: La estatura no incidió sobre el número de amigos que los niños tuvieron, o sobre la estatura de dichos amigos. No tuvo nada que ver con el grado de aceptación que otros estudiantes tenían entre otras personas, lo que otros pensaran de ellos, o siquiera de su propia percepción de su reputación dentro de la escuela”.
Estudios anteriores dejaron entrever que la gente de baja estatura no se desempeña tan bien en pruebas cognitivas o estaban en desventaja para conseguir empleos y ganar dinero.
Sin embargo estos estudios, escribe Schwartz, ya sea no lograron controlar factores contaminantes o no estuvieron respaldados por investigaciones ulteriores. Por ejemplo, en pruebas con niños para detectar la inteligencia y el potencial de aprendizaje más adelante, varios de los participantes bajitos pudieran haber sufrido que su crecimiento se detuviera debido a una enfermedad, mala nutrición u otros factores que pueden dañar el desarrollo cognitivo.
De cualquier forma, Schwartz aconseja prudentemente a los jóvenes que se aseguren de aprovechar al máximo su potencial de crecimiento consumiendo alimentos saludables que incluyan proteína (carne, pollo, pescado y versiones de soya de los anteriores) así como abundante fruta y vegetales, beber leche en vez de sodas, así como practicar con regularidad ejercicio con peso a fin de estimular las placas de crecimiento en sus largos huesos.
“No existen pruebas”, concluye, “de que ser bajo de estatura sea un terrible problema para la gente o que pronostique una vida de segunda categoría para nosotros. No hay razón para que usted sienta que soporta una pesada carga psicológica por ser bajito”.